¿SE PUEDE MATAR A DIOS?

04.02.2025

Por Enzo Ranieri

¿Se puede matar a Dios? Esta es una pregunta que me ha estado dando vueltas por la cabeza durante un tiempo y cuando una pregunta te vuelve a la mente tan frecuentemente, entonces es necesario darse una respuesta. En un océano tan amplio, infinito y profundo como la fe, para poder comprender, para encontrar una respuesta digna de consideración, no podemos detenernos en la superficie de la racionalidad o de la teología, sino que debemos sumergirnos en lo más profundo de nuestro yo; donde está la luz, verdadera esencia de nuestro ser. La fe es el elemento fundamental que confirma nuestra relación con lo Divino. Cuanto más fuerte es la fe, más tangible y real es Dios. Cuanto más débil es la fe, tanto más abstracta y aleatoria es nuestra percepción de Dios.

Volvamos a la pregunta: "¿podemos nosotros los humanos matar a Dios?" La respuesta es "Sí"; lo hemos estado matando por miles de años. Muy a menudo, casi diariamente, lo matamos espiritualmente, a menudo también materialmente, es decir físicamente.

El delito material o físico

Matamos a Dios materialmente, cuando por fines egoístas, por afán de posesión y sed de poder, no tenemos cuidado, respeto, y destruimos la creación, la naturaleza, el medio ambiente; micro y macrocosmos, donde la vida nace y prospera.

Las armas con las que matamos a Dios están relacionadas con la intensidad de nuestra fe. Estas armas son: "la explotación, y la depredación salvaje del medio ambiente, la contaminación del suelo, del mar y del aire, la desertificación y la destrucción, a través del uso y la práctica indiscriminada de la ciencia sin conciencia, de la fría y deletérea tecnología destructiva (véase el uso desenfrenado de las centrales nucleares. Fukushima 2011 y Chernobyl 1986, y no eso solo. Sin embargo dos ejemplos que hacen historia de estos crímenes perpetrados), y por último pero no menos importante, el uso injustificado y malvado de armamentos convencionales y de destrucción masiva, como las bombas atómicas (Hiroshima y Nagasaki, más los dos mil y pico de experimentos realizados con cabezas atómicas).
Matamos a Dios físicamente, cuando no acogemos, perseguimos, sacrificamos y asesinamos en el altar de un ídolo llamado "Ego" (esta es la verdadera idolatría), a sus hijos e hijas, a los inocentes, a los puros, a sus representantes, a sus mensajeros y a sus profetas.

Matamos a Dios espiritualmente

Con nuestra apatía, con nuestro descuido, con nuestra ignorancia, con nuestra arrogancia, con nuestra mojigatería y también con nuestra insolencia, es así que cometemos el crimen más atroz que un ser humano puede cometer, matar a Dios espiritualmente. Matamos a Dios espiritualmente cada vez que cedemos y nos dejamos llevar por las seducciones del tentador; cada vez que cedemos a las tentaciones, especialmente cuando son de carácter espiritual. 

Matamos a Dios espiritualmente cuando le damos placer al gusano de la duda de corroer nuestra fe, cada vez que nos tapamos los ojos para no ver y los oídos para no oír; cada vez que no respondemos a su llamada; Todas las veces que no creemos en su amor incondicional; todas las veces que no escuchamos sus llamadas, porque nos avergonzamos, porque nos sentimos desnudos y vulnerables a su mirada. Matamos a Dios espiritualmente cada vez que ignoramos su Justicia, para rechazar su Paz; cada vez que no nos arrepentimos de nuestros errores, de nuestros pecados.

Matamos a Dios espiritualmente cuando dejamos que nuestro corazón no se convierta a la verdad, continuando y cultivando nuestras ilusiones; cada vez que hacemos de una mentira la verdad y de la verdad una mentira. Matamos a Dios espiritualmente, cada vez que actuamos sin moral, y de la ética hacemos una utopía, una cosa abstracta.

El pecado contra el Espíritu Santo

Dios nos ha dado a su hijo unigénito, él mismo se hizo hombre, para fortalecer nuestra fe, para darnos su amistad, su amor, su corazón. Nos ha curado, nos ha sanado, nos ha instruido, nos ha levantado; ha sufrido y llorado por nosotros, ha derramado lágrimas de sangre en el Getsemaní, ha angustiado su alma hasta la muerte por nosotros. Pero su angustia no era por lo que debía sufrir en su pasión, sino porque su pueblo, el pueblo elegido, el pueblo de Dios rechazaba todos sus dones, los dones que él había concedido con plenas manos y con corazón caritativo. Ahí en la traición de sus amigos, en la traición de su gente, de su pueblo estaba la causa de su sufrimiento y angustia espiritual en el Getsemaní. No le quedaba más que dar lo poco que le quedaba, por aquellos pocos amigos que realmente habían creído en él: su Vida. Por esto acepta la cruz, por los humildes, por los últimos. 

En esto está su último mensaje: para quien no tiene fe en mí, tendrá siempre miedo de la muerte y ese miedo será paralizante para nuestros Espíritus, pues nuestro salario después de la muerte física, será: EL ABISMO. Quien tenga fe en mí nunca tendrá miedo y aceptará llevar su cruz y su salario será el Reino de los cielos. Recordad, para el que no tiene fe toda muerte es olvido; para el que tiene fe en el altísimo toda muerte es un renacimiento, una resurrección.

El espíritu nunca muere

Jesús fue crucificado, murió en la cruz, fue sepultado y al tercer día resucitó. Porque su fe en el Espíritu Santo es infinita y el Espíritu nunca puede morir, ni siquiera si lo quisiera. Por esto Jesús resucitó, porque estaba imbuido del Espíritu Santo, porque en él está el Padre y el Padre está en él, porque él era Dios y Dios siempre resucita, porque él es el Eterno. Para los que tienen fe: haced que la verdad sea siempre la verdad, cueste lo que cueste, incluso la vida misma. Porque Dios se alimenta de verdad y nos alimenta la verdad y la divinidad que está en vosotros vivirá para siempre. Pero si tratas de hacer una mentira de la verdad y una verdad de la mentira, entonces sabes que estás pecando contra el Espíritu Santo. ¡Todos los pecados pueden ser perdonados y redimidos, pero el pecado contra el Espíritu Santo "no"! No será perdonado ni absuelto.

La FE, la verdadera, la pura es nuestra verdadera Fuerza. Solo esta fe puede hacernos vivir, conocer y hacer tangible la Divinidad que vive dentro de nosotros. Solo Dios es vida, es realidad eterna, todo lo demás es pura ilusión que tarde o temprano caerá. Y cuando caiga quedará solo el olvido.

Enzo Ranieri
31 de enero de 2025

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