De Francesca Panfili
Sé que no te gusta escuchar exaltaciones o palabras de excesiva estima hacia ti porque siempre te has llamado humilde servidor entre nosotros y realmente lo eres, demostrandolo todos los días. Pero nosotros, tus hermanos, conocemos tu inmenso amor por nosotros y por la Vida y estamos listos para testimoniarlo ante mundo. Sabemos el amor y la pasión que has traido entre nosotros, los sacrificios hechos para no dejarnos caer; tu siempre vienes a rescatarnos incluso cuando fuimos tentados en medio de la noche, en la oscuridad de las calles, en los tortuosos caminos de nuestra alma errante en busca de ayuda o sucumbiendo a la tentación del mundo.
Te hemos visto hacer todo por nosotros. Contigo a nuestro lado, nos parece que somos capaces de hacer lo imposible, de superarnos a nosotros mismos, de cumplir un servicio, aunque humilde, útil a la gran Causa por la que has dado y entregas toda tu propia vida y por la que luchas como un león de Dios. Nos has proyectado al infinito y has sabido grabar en nuestra alma el desafío a la injusticia, el amor a toda costa, el perdón, que muchas veces olvidamos, la resistencia a la ilusión, la pasión por Cristo y su obra por encima de todo. Podemos testimoniar al mundo que Cristo, a través de ti, nos ha devuelto la vida y a esto yo lo he vivido en mi piel y nunca lo olvidaré. Las fuerzas que te mueven siguen el plan superior al que nos llevas, valiente, humano, lleno de amor y pasión por nosotros, lleno de miedos también, por los sufrimientos implacables que vives, a través del cual nos das la posibilidad de renacer a una nueva vida y permitirnos ver a la humanidad presente en lo divino que ignoramos.
Sabemos quién te guía, quién eres para nosotros y a quién representas en el mundo.
Caemos a menudo y Tu de todos modos, siempre logras admirar nuestra humanidad, para abrazar esa vulnerabilidad y esos lados oscuros de nosotros mismos que, en silencio, juzgamos y que tu en cambio, sabes reportar al cielo, alquimizandolos y dándonos las herramientas para realizar la vida que posees y que nos ha hecho renacer del mundo.
Porque eres nuestro infinito y nosotros indignos, niños asustados, a veces arrogantes y desconcertados por tu inmensidad y por de la posibilidad de convertirnos en pura alegría, estamos honrados de haberte conocido y poder ser útiles en tu misión en la que nos reconocemos eternamente y que representa para nosotros la última esperanza para la humanidad y la mayor posibilidad evolutiva que se nos ha brindado.
Te amamos inmensamente y te decimos: apóyate en nuestro corazón, saca fuerzas de nosotros, por indigna que sea, siente todo nuestro amor y nuestra buena voluntad para hacernos tus herramientas para servir a Aquel que guía tus pasos y que pronto se manifestará. al mundo.
El ya ha venido aqui, a tocar las puertas del corazón, en el momento que nos encontramos con tu mirada y tu sonrisa que es la Suya.
Te amamos inmensamente y gracias por todo.
Francesca Panfili
8 de marzo de 2021