
ANUBIS, LA PARTIDA HACIA LA LUZ DE UNA HERMANA DE SINGULAR RESPLANDOR
Por Jean Georges Almendras
Siempre su sonrisa armonizaba con una belleza física que no podemos ignorar, de la mano de una aristocracia espiritual, que le salía a flote, y a la luz, aún en los momentos más extremos, más asperos, no solo de su vida personal, sino de la vida de Obra; Anubis fue testigo y testimonio de épocas que ya no están; desde aquellos indescriptibles días de Eugenio Siragusa, hasta los de hoy, junto a Giorgio Bongiovanni; porque Anubis, siendo una tenaz luchadora -desde muy joven- fue con el tiempo, baluarte y proa de una Obra en expansión, que fue antesala de la de hoy.
Anubis, sin duda alguna, hizo parte de un diseño del Padre; y su esencia,también sin duda alguna, tuvo una procedencia milenaria, que se tradujo en una experiencia de vida, de hecho tutelada por inteligencias no terrestres.

Anubis fue en extremo resplandeciente en la expresión humana; con su personalidad, con su sello, por otra parte inconfundible. Única. No habrá otra igual. Abrazada al conocimiento de la Obra, abrazada a los tiempos transcurridos y al hoy mismo, aún en sus últimos tramos de una vida que le deparo una familia, hijos, nietos, alegrías y vivencias a granel; como así también revolcones, desiluciones y amarguras propias del universo humano. Revolcones que supo sortear a tenaz sacrificio, sabiduría y en particular, a pura entereza y serenidad, aplicando sus valores a las constantes búsquedas de la Verdad, pero sin que estuviese ausente en su accionar, en su mirada, en sus intervenciones conciliadoras, un sólido sentimiento de solidaridad. Y en no pocas oportunidades, su voz, y sus palabras eran irremediablemente, para quienes la escuchábamos, fuente de paz, y de encuentro con la sensatés.
Siempre su sonrisa armonizaba con una belleza física que no podemos ignorar, de la mano de una aristocracia espiritual, que le salía a flote, y a la luz, aún en los momentos más extremos, más asperos, no solo de su vida personal, sino de la vida de Obra; Anubis fue testigo y testimonio de épocas que ya no están; desde aquellos indescriptibles días de Eugenio Siragusa, hasta los de hoy, junto a Giorgio Bongiovanni; porque Anubis, siendo una tenaz luchadora -desde muy joven- fue con el tiempo, baluarte y proa de una Obra en expansión, que fue antesala de la de hoy.
Anubis, sin duda alguna, hizo parte de un diseño del Padre; y su esencia,también sin duda alguna, tuvo una procedencia milenaria, que se tradujo en una experiencia de vida, de hecho tutelada por inteligencias no terrestres.
En el día a día, la Luz Solar de Adoniesis (seguramente como a no pocos dentro de nuestro universo, de nuestra Confraternidad) no la abandonó; en contrario, le fue dando fuerzas y la hizo transitar por senderos inimaginables, junto a Giorgio, como por ejemplo, durante esa extensa gira de conferencias en la que le tocó acompañarlo para ser su asistente, por todo México, en el 2006; misión en la que ella fue el principal sostén y fortaleza del hijo espiritual de quien bastantes años atrás le abriera la conciencia de una nueva vida; la vida en la que en ocasiones no solo batalló con ella misma, para hacer prevalecer su Fé, sino que además se comprometió a conciencia, a despertar almas, sin doblegarse a las adversidades materiales del mundo de hoy, y sin perder el horizonte, dada la magnitud de una responsabilidad que le fue adjudicada años atrás, cuando estaba junto a una pareja de su generación, que en otrora fue igualmente un punto de apoyo para otras almas, por aquellos días.
Pero el sendero posterior lo recorrió en soledad, junto a algunos de sus hijos y a sus hijos políticos, y todos los hermanos que la fuimos descubriendo día a día, por años y años, hasta que la naturaleza misma nos la fue arrebatando en el correr de los últimos años, sumergiéndola en una enfermedad implacable, que lejos de amedrentarla, la hizo más fuerte aún. Una vez, le ganó la pulseada a ese amal; pero la segunda vez, no corrió igual suerte. Anubis, ya entrada en años, en éste último embate, no pudo evitar que sobreviniese el tiempo de su partida.
La partida hacia la Luz. Un tránsito inevitable, signado por la lógica del Cielo, para estar junto al Padre. Siempre rodeada del afecto de los hermanos de la Obra espiritual, y de quienes como ella, en días de resistencia a la dictadura, lucharon y luchan por causas sociales y en favor de la Justicia, y de una Confraternidad -de su sudamérica natal y allende el Atlántico- lamentablemente su vida se fue apagando, dando paso a su partida hacia la Luz.
Ese viaje que no podemos eludir, y que no es el final, porque la muerte no existe. Porque estamos y estaremos siempre; sin tiempo ni límites, con los atuendos Crísticos, para seguir misionando.
Anubis no sembró tempestades. Sembró conciencias. Y cosechó abrazos y almas. Fue un faro eterno. Fue una operadora de los Seres de Luz. Única. Irrepetible. Fue un ápice del Genio Solar.
No se han cerrado sus ojos: se han abierto aún más para ver al Padre; verlo feliz, porque le fue noble.
En un reciente audio de Giorgio, dirigido a Anubis, algunas de sus palabras fueron éstas:
"El Padre te ama Anubis. Y yo te amo, siempre te amé, siempre te amaré por la eternidad. Siempre unidos, con todo mi amor y todo el de nuestra familia"
Conocí a Anubis a comienzos de la década del 80. No puedo más que decirle gracias por haber estado, como hermana de la Obra, y como operadora de la Verdad, viéndola además, educar a sus preciosos hijos y nietos, con sus valores y los del Cristo, y exhibiendo siempre, en su plexo solar, con honra, la estrella con el rubí; el símbolo visible de su unión con el Padre Eterno, con quien ya se encuentra.
Anubis, nos reencontraremos todos, algún día, en la casa del Padre, junto a Eugenio, junto a Giorgio, junto al Cristo.
Juntos todos otra vez, como desde el primer día.
Jean Georges Almendras
4 de marzo 2025