CONFESIÓN A LA SANTA MADRE

18.08.2023

Por Daniel Amaral 

En estos días tan especiales, en un día particular como el 15 de agosto, y en este tiempo tan difícil para nosotros y la humanidad entera, un momento donde la humanidad parece no tener una vuelta atrás. Donde la elección nos está llevando a la autodestrucción.

Son cada vez más los que quieren el suicidio. Pero cada uno que elige la muerte, no quiere irse solo. Quieren arrastrar a otras personas. Y cuanto más alta es la responsabilidad, como es la de los gobernantes, y sobre todo los gobernantes de las súperpotencias, la elección parece ser la guerra: más precisamente, la guerra nuclear. Si esta guerra estalla, llevaría a la extinción de la humanidad y lo que es peor, a la destrucción del planeta. 

Dicho esto, es como ver con nuestros propios ojos una película, donde ya sabemos cuál será el desenlace. Pero aún en medio del horror y la desesperanza, hay mucha gente que ama la vida, que ama la naturaleza, que quiere cuidar nuestra madre Tierra, que lucha día a día por defender las causas justas y creen en un mundo mejor.

Es aquí donde entra el corazón inmaculado de nuestra Madre, que nos quiere dar una inmejorable oportunidad a nosotros y a la humanidad toda; la oportunidad de revertir la situación crítica que vivimos, poniendo fin a la locura y las acciones destructivas. Pero primero tenemos que empezar por casa, por nuestra propia obra, empezar por nosotros mismos e ir en busca de su corazón. Pedirle que nos deje llegar a sus pies y al resguardo de su manto para sentir el calor y su amor de madre.

Después, ser sinceros con ella y con nosotros mismos, y ofrecernos como sus soldados, como mujeres y hombres honestos que saldrán a las calles a protestar y a decir la verdad, a dar la cara. Y que vamos aprovechar cada espacio que nos den, y que cuando nos cierren la puerta, iremos a golpear otra y así hasta cansarnos. Entonces si no hay espacios, los inventaremos, totalmente convencidos que detrás y delante nuestro está la Santa Madre.

Quizás no estoy diciendo algo nuevo, quizás muchos piensen quién soy para hablar de la Madre eterna, de su espíritu y de su corazón... seguro soy el último, y más, seguro es que estoy lleno de pecados.

Pero dentro mío siento su corazón, su espíritu, sus rosas que perfuman y sus espinas que inyectan de energía y amor.

¿Entonces qué hago? Me lo guardo, por si las dudas, por el qué dirán, porque alguien puede pensar que no es posible. Y entonces me digo a mí mismo: 'Si no lo comparto soy egoísta". Es probable que ese sea mi mayor pecado; un pecado que el cielo no me perdonaría.

Yo pienso que cada uno, a su manera, siente el llamado de la Madre, un llamado para acompañar a Giorgio y a nuestra Sonieta. Un llamado a ser parte de su corte, de sus soldados , de sus discípulos, de sus hermanos, de sus amigos.

Es por eso que tenemos que palpitar juntas y juntos a su corazón inmaculado, dejando que sea ella quien nos guíe, sabiendo que somos una comunidad que va a su encuentro, y que está disponible a sacrificarlo todo. Y que no hay belleza más grande que una hija y un hijo se entreguen a los brazos del amor incondicional de una madre.

Tantas veces se ha dicho, 'muchos los llamados y pocos los elegidos'. Quizás este sea un último llamado para todas y todos. Una oportunidad de ir al encuentro de ese llamado. Sin importar si seremos elegidos. Solo ser disponibles y sinceros sobre que queremos abrazar la causa de esta Madre, que nos espera con los brazos abiertos.

Por los siglos de los siglos

Con devoción a la Madre Eterna

Daniel Amaral