CUANDO TENGAN MIEDO MIREN A MARÍA

30.01.2025

  












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Por Enzo Ranieri

La ley de causa y efecto

Nuestra fe, nuestras creencias, todo lo que vivimos tiene consecuencias sociales. Vivimos junto a otros seres humanos. Y lo que vivimos y creemos tiene reacciones a nuestro alrededor (ley de causa y efecto). Es inevitable, es normal y es inútil pensar que somos perseguidos solo porque no somos aprobados.

La fe no es algo abstracto

Cuando trabajamos, cuando hablamos, cuando reaccionamos, cuando escuchamos, cuando amamos, cuando tomamos decisiones personales, cuando nos relacionamos con los demás, todo eso habla de nuestra fe. Nuestras creencias a veces nos llevan a enfrentarnos, a encontrarnos en bandos diferentes, a estar bajo fuego, bajo juicio, a ser ridiculizados, incomprendidos, juzgados y eso es inevitable. En ciertos días nos vemos abocados a decisiones difíciles, duras, en las que quedamos suspendidos entre nuestra conciencia y lo que hacen todos los demás. En ciertos días, nuestras creencias nos expondrán y tendrán consecuencias prácticas y tangibles en nuestra vida y en nuestras decisiones. No podemos creer que nuestra fe sea algo abstracto, fuera de la realidad y del mundo. Si fuera así, sin consecuencias, entonces significa que estamos vacíos, muertos por dentro, que no existimos, que somos invisibles. Llega un momento en la vida en el que tenemos que abandonarnos y rendirnos, dejarnos llevar y confiar. Muy a menudo nuestras respuestas a los enigmas de la vida son insuficientes, lo que podemos entender no es suficiente para controlar lo que sucede, no sabemos bien a dónde iremos y a dónde nos llevarán, pero debemos dejarnos llevar, dejarnos guiar. Dejarnos llevar no porque tengamos garantías, no porque lo hayamos previsto todo, no porque lo tengamos todo claro, sino porque confiamos en quien nos guía.

La pureza de María, está en la pureza de la fe

Es la Fe. La vida es el espacio-tiempo, el gran proceso en el que Dios mismo quiere que nos abandonemos a Él. Quiere que pasemos de contar con nosotros mismos a contar solo con Él. Quiere que confiemos en Él y que nos dejemos guiar, donde quiera que nos lleve. Quiere que dejemos de luchar contra Él, decidiendo nosotros cómo debemos tener éxito. Quiere que pasemos de confiar en nuestras manos a confiar en Sus manos, de nuestra voluntad a Su voluntad. 

La única realidad es Dios

Porque hay una realidad más grande que nosotros. Nos guste o no, es así. Podemos escucharla o no, dedicarle tiempo o no, amarla u odiarla. En cualquier caso, esta realidad existe. Esta realidad quiere nuestra atención, nos llama, nos atrae, nos provoca, en definitiva, quiere que la cuidemos. Podemos llamarla vida, Dios, infinito, camino, verdad, alma o espíritu. No importa, lo que importa es que no solo nosotros tenemos un proyecto en la vida, sino que la vida también tiene un proyecto sobre nosotros.
A la luz de todo esto, el anuncio del Ángel Gabriel a María, el anuncio de un plan tan grande sobre una mujer, una joven tan grácil y frágil, tan normal, nos dice precisamente esto: no solo nosotros queremos llegar a alguna parte. Sino que la Vida también quiere que lleguemos a alguna parte y quiere conducirnos. Y a nosotros nos dice: "confía, no tengas miedo, déjate llevar". No solo nosotros tenemos sueños, sino que la Vida también tiene sueños para nosotros. No solo nosotros vivimos la Vida, sino que la Vida también nos vive a nosotros. Entonces es importante resistir con todas nuestras fuerzas, querer hacer de nosotros algo significativo, querer lo mejor para nosotros, no contentarnos. Es importante luchar por nosotros, es decir, querernos y querer hacer de nosotros algo grande, desde el punto de vista espiritual. Pero en cierto punto es importante dejarnos llevar, rendirse, abandonarse.

A la luz de todo

Porque no podemos tener todo bajo control, ni saberlo todo, ni decidirlo todo nosotros. Miremos a María, dejémonos llevar como María. Detengámonos en ese "Sí" de María. Seamos conscientes de cómo nuestras decisiones tienen consecuencias sociales. María sabía que al decir "sí" se expondría, se arriesgaría, se convertiría en el hazmerreír, sería considerada una loca. También sabía que no podía ocultar para siempre su elección y su disponibilidad a Dios. Se veía, saldría a la luz; era una cuestión social. María acepta la mirada de los demás, los riesgos de la situación (lapidación), el juicio y la desaprobación. En ese "Sí" de María está su abandono, el "confío en ti porque te conozco y sé quién eres". Sé que no me traicionarás; sé que no puedes hacerme daño, aunque al principio me parezca difícil, me dejo llevar, me entrego, dejo que suceda lo que tenga que suceder. Si María se hubiera resistido a esa propuesta, aduciendo las más variadas razones, ya sean teológicas (Dios no puede nacer en el hombre), ya sean personales (¿Pero quién soy yo, Señor, para que todo esto suceda en mí?), ya sean racionalistas (no puedo hacerlo, tengo miedo), ya sean sociales (¿Qué dirá la gente? ¿Qué pensarán de mí?). Si no se hubiera rendido y abandonado, Dios no habría podido cumplir en Ella lo que cumplió. El centro de todo es el "Sí" de María "heme aquí soy la sierva del Señor, hágase en mí lo que has dicho".

La Justicia de Dios y la Justicia de los hombres

Un "Sí" difícil, sufrido, que da miedo y le crea agitación, ¿Por qué? En Palestina, hace veinte siglos, la ley religiosa coincidía con la ley civil y penal.
Según las tradiciones de la época, había dos pecados que eran los más graves y socialmente más peligrosos: la idolatría (infidelidad a Dios) y el adulterio (infidelidad al cónyuge). Quien quiera que se manchara con estos pecados era juzgado por los ancianos y, la mayoría de las veces, castigado con la pena de muerte (lapidación). Así pues, si había algo absurdo, contradictorio y peligroso que proponer a una joven, prometida en matrimonio, era precisamente lo que el ángel Gabriel anunció a María. Estar embarazada sin estar casada, pero ya prometida a José (adulterio según la ley, José sabía muy bien que no había sido él quien había embarazado a María) y pretender que el hijo que iba a nacer era el hijo de Dios, el Dios-Jesús que los judíos aún no conocían, por lo tanto, un nuevo Dios (idolatría). María, según la ley, estaba llena de pecado, era una mujerzuela, adúltera, hereje, que debía ser lapidada. ¿Se dan cuenta de lo que Dios le pidió a María? Cierto, hoy es fácil admirar a María, evocar sus alabanzas, captar sus virtudes. ¿Pero nos damos cuenta realmente de lo que es ese "Sí"?

Lo que Dios propone

Lo que Dios le propone es absurdo, inconveniente, peligroso, fuera de lugar, no conforme a la moral del lugar y del tiempo. Por mucha fe que se tenga, ¿Cómo se puede aceptar y confiar en algo así? ¿Cómo puede uno ver en esta propuesta la voz de Dios? ¿Cómo puede uno no sentir rabia por algo tan alternativo? Y, sin embargo, María dice "Sí", yo confío en Ti, Señor.

Tener fe es confiar, es abandonarse a la voluntad Divina

Piensen profundamente en lo que hay detrás, en lo que hay dentro de ese "Sí". Piensen en ello día y noche, obsérvenlo y guárdenlo en su corazón porque se les revela un misterio oculto durante millones de años. Todo lo que sucede tiene una razón, tal vez desconocida para nosotros, pero tiene un sentido, nada es por casualidad. Todo, absolutamente todo, forma parte del gran proyecto que es la vida. No se lo expliquen, no importa, pero hay una razón. Tal vez lo que nos sucede es agradable o tal vez no, pero sepan que hay una razón.

Búsquenla, excaven, apasiónense, pregúntense, pero sobre todo vívanla. Y cuando la vida les parezca extraña, oscura, difícil, sepan que Dios les está hablando, les está comunicando algo, está intentando enseñarles algo, no la rechacen. Y cuando ya no entiendan nada, cuando todo les parezca absurdo, miren a MARÍA y, como ella, digan Sí, hágase así, hágase Tu voluntad, aunque parezca una locura, una locura imposible e inimaginable, pero digan "Sí" como el "Sí" de María.

Enzo Ranieri
27 de Enero de 2025