JESÚS ES LAICO Y PRACTICA LA ANTIMAFIA

09.01.2025

PRIMERA PARTE 

Por Enzo Rainieri

He dado deliberadamente a este, mi último trabajo, el título: "Jesús es laico y practica la antimafia", dirigiéndome con el verbo en presente, porque Jesús es el protagonista de esta historia, un personaje histórico, verdadero, que nunca más murió, de hecho, después de ser condenado hasta morir crucificado, después de tres días resucitó y vive para siempre. Así como permanece perennemente vivo el eco de sus hazañas y de su obra. 

Su mensaje, la información, la verdad que dio en ese rincón del mundo donde vivió, hoy está más vivo y actual que nunca. Después de 20 siglos, no ha fallado ni en una coma. Recuerden, así profetizó: 

"En verdad os digo que esta generación no pasará hasta que todas estas cosas hayan ocurrido. El cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán", Mt. 24, 34-35.

Antes de continuar con esta historia creo que es necesario hacer una aclaración para entender bien el concepto de "laico" y el concepto de "mafia". Aunque la palabra mafia es una palabra moderna nacida hace poco más de un siglo, describe muy bien la expresión de valores, acontecimientos y actos humanos negativos que han sucedido y suceden en la historia de la humanidad a lo largo de los siglos.

¿Quién es un laico?

"Es laico, quien, en el ámbito de sus actividades, reivindica una absoluta independencia respecto de la Iglesia o del poder religioso constituido, o de otras confesiones religiosas".

Laico proviene del latín "laicus", que a su vez proviene del griego "laikos", que significa "del pueblo", en oposición a clérigo.

Mafia o mentalidad mafiosa

Por mafioso se entiende: "que, o quien, tiende a sustituir el poder de la ley por el poder, la autoridad o el prestigio personal, imponiendo sus propios intereses o los de un reducido grupo, y defendiendo a ultranza sus propios amigos en detrimento de otras personas o del pueblo".

La mentalidad mafiosa, o cultura mafiosa, no concierne exclusivamente a la mentalidad del crimen organizado, sino que tiene una acepción más amplia ya que significa la negación de las reglas sociales en favor de reglas privadas, egoístas y familiares. Por mentalidad mafiosa se entiende cualquier forma de crimen organizado e institucionalizado cuyo objetivo es perseguir y proteger intereses personales, egoístas o de grupo en contra de la sociedad democrática y legalmente constituida.

La ley 416 bis del código penal identifica el "método mafioso" estableciendo tres parámetros caracterizadores: fuerza intimidatoria del vínculo asociativo, condición de sometimiento, condición de omerta. Estos tres elementos son considerados necesarios e imprescindibles para que se configure este delito asociativo.

Antimafia, o movimiento antimafia, es un término genérico utilizado para indicar movimientos espontáneos contra la mafia y la criminalidad organizada.

Jesús es laico y practica la antimafia.
SEGUNDA PARTE

En esta segunda parte trataremos el aspecto histórico y los últimos días de Jesús, antes de ser crucificado.
Un dato es cierto: 

«Jesús fue condenado a muerte durante el reinado de Tiberio, por el gobernador y prefecto de Judea Poncio Pilato».

Así nos lo informa en los "Anales" Públicos Cornelio Tácito, célebre senador e historiador romano. Lo mismo afirma en las "Antigüedades Judías" Flavio Josefo, famoso historiador judío, añadiendo algunos datos muy interesantes: "Jesús atrajo hacia sí a muchos judíos y a muchos individuos de origen griego". Y cuando Pilato, por una acusación presentada por los hombres más importantes entre nosotros, lo condenó a la cruz, aquellos que lo habían amado desde antes, no dejaron de amarlo.
Todos estos datos concuerdan con lo que conocemos de fuentes cristianas. Podemos resumirlos así:

1) Jesús fue ejecutado en una cruz.
2) La sentencia fue emitida por el gobernador romano.
3) Hubo una acusación previa por parte de las autoridades judías.
4) Sólo Jesús fue crucificado, nadie se molestó en eliminar a sus seguidores.

Esto quiere decir que Jesús era considerado peligroso, porque con sus acciones y su mensaje, aunque era manso y pacífico, denunciaba el sistema vigente en sus fundamentos. Pero ni las autoridades judías ni las romanas vieron en Él al líder de un grupo de insurgentes; si ese hubiera sido el caso se habría actuado contra todo el grupo. Esto es, en efecto, lo que ocurrió hacia el año 45 con Teuda, un rebelde judío, y sus seguidores, contra quienes el gobernador Cuspio Fado envió un escuadrón de caballería causando innumerables muertes. Como ocurrió entre los años 53 y 55, cuando el procurador romano de Judea, Marco Antonio Félix, envió a sus soldados contra un profeta popular llamado "el egipcio", matando a 400 de sus seguidores.

En el caso de Jesús, dado su carácter gentil y pacífico, los líderes de los judíos y el procurador romano Poncio Pilato decidieron que era suficiente eliminar al líder, pero era necesario hacerlo aterrorizando a sus seguidores y partidarios.
Nada más efectivo que una crucifixión pública delante de todo el pueblo.

Jesús el laico
PRIMERA PARTE

Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a principios del siglo I, en las regiones de Palestina, entre Galilea, Samaria y Judea. En aquella época, esos territorios eran una provincia del Imperio Romano, y por tanto estaban sujetos a la tiranía de Roma. Todos los pueblos, incluso los sometidos a la tiranía militar de Roma, tenían libertad de culto siempre que no entrara en conflicto con las leyes y el orden social del imperio, en aquel tiempo sostenido por el emperador Tiberio.

Jesús viene de aquellas regiones, Galilea y Judea, donde se profesaba la religión judía. Culto centrado en el sacrificio y el sacerdocio del Templo de Dios, en Jerusalén, en aquel entonces centro religioso y espiritual del pueblo judío. El templo, el culto, el sacerdocio, eran instituciones mediadoras creadas con el fin de servir de canal de comunicación con Dios. El templo era el lugar donde tu podías encontrar a Dios; el respeto a la ley era tu santidad para agradar a Dios; El culto era la forma de entrar en contacto con Dios; Los sacerdotes eran las figuras encargadas de ponerte en contacto con Dios.

El culto consistía, prácticamente, en el conocimiento y respeto de las leyes Mosaicas que estaban relatadas en los textos sagrados, transcriptos en diversos rollos (libros), entre los cuales, los más importantes son la Torá y el Tanakh, comúnmente conocido como la Biblia hebrea. Otros textos, también de cierta importancia, son el Talmud y el Midrash, que no representan la Biblia sino textos exegéticos que recogen las enseñanzas de miles de rabinos y estudiosos de las sagradas escrituras, llamados Escribas.

En la época de Jesús, el judaísmo no formaba un bloque uniforme, sino que estaba dividido en siete escuelas. Las más difundidas fueron las de los Herodianos, los Saduceos, los Fariseos, los Escribas, los Zelotes y los Esenios.

Los Herodianos

¿Quiénes eran los herodianos en los evangelios? En tiempos de Jesús, los herodianos eran un pequeño grupo leal al tetrarca Herodes Antipas, candidato a ocupar el trono de Israel, que ya había pertenecido a su padre Herodes el Grande. Herodes y sus seguidores apoyaban el pasaje de Deuteronomio 17:15 en el que se afirma: "Entonces pondrás sobre ti como Rey a quien el Señor tu Dios escogiere. Y pondrás sobre ti como Rey a uno de tu pueblo; No pondrás por rey a un extranjero que no sea de tu pueblo. Pero no tendrá muchos caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto para conseguirlos, porque el Señor os ha dicho: "Nunca volveréis por ese camino".
No deberá tener muchas esposas, para que no pervierta su corazón; ni tendrá gran cantidad de plata y oro", podría ser prohibido (y por lo tanto ya no ser vinculante) solo en el caso de que fuera un dominador extranjero, y por tanto no aplicable en un caso como este donde el uso de la fuerza había hecho imposible una elección por parte de los fieles. Además, sostenían que era perfectamente lícito tanto someterse al emperador pagano como pagarle el tributo.

Esta era una de las doctrinas de los Herodianos. Otra doctrina Herodiana, aún más insidiosa e hipócrita que la primera, era «que era lícito, cuando uno estaba abrumado y obligado por fuerzas extranjeras, vivir sin observar las leyes mosaicas e incluso abandonarse a prácticas de idolatría». Parece que Herodes propagó esta enseñanza entre sus seguidores para justificar su propia conducta, de modo que pudiera construir templos al César y ganarse el favor del Emperador, que fue quien lo colocó en el trono.
La excusa que dio a los judíos fue que hacía estas cosas no por su propia inclinación, sino por orden y mandato de otros para complacer al César y a los romanos, como para mostrarles que le importaban menos las costumbres judías que el honor de los romanos.

Jesús no desprecia la doctrina de los Herodianos cuando habla de la levadura de Herodes –recordemos la cuestión planteada por los mismos herodianos sobre si pagar o no el tributo a los romanos–, sino más bien la hipocresía general del gobernante. Y es aquí que invita a sus discípulos a mantenerse alejados. Los Herodianos, por otro lado, odiaban a Jesús tanto como los Fariseos, y querían condenarlo a muerte porque exponía la hipocresía de su culto.

Los Saduceos

El saduceísmo no era una secta en el sentido común de la palabra. No tenían una doctrina especial distinta del judaísmo ortodoxo; Era más bien un partido político religioso. Los Saduceos pertenecían a las clases ricas, abiertas a la cultura y al progreso de otras naciones; En esto se opusieron principalmente a los Fariseos. Se diferenciaban también de éstos en que no admitían nada más que la ley escrita, las prescripciones de la Torá, que constituían para ellos la única regla de fe y de conducta. San Jerónimo sostenía que, según algunos Padres, los Saduceos creían y aceptaban sólo el Pentateuco.

Rechazaron, pues, todas las innovaciones y falsificaciones que los Fariseos habían añadido al espíritu del verdadero Judaísmo, del que se consideraban guardianes; De esta manera quedaron libres de todas aquellas pesadas cargas que los Fariseos habían impuesto a todos sus conciudadanos. Según Flavio Josefo, los Saduceos negaban la providencia y afirmaban un fatalismo absoluto en todo lo que sucede, ya que nada depende de Dios; También negaban la existencia de recompensas y castigos después de la muerte, ya que el alma desaparecía tras la descomposición del cuerpo. La literatura rabínica atribuye a los Saduceos la máxima: 

"Así como la nube se disuelve y desaparece, así el hombre desciende a la tumba y no regresa más"

Ellos no creían en la resurrección de los muertos y se apoyaban en la ley del levirato, destinada a asegurar la continuidad de la familia: si un hombre moría sin descendencia, su hermano debía casarse con su viuda porque el nombre del difunto, que se atribuyó al primer hijo nacido de este segundo matrimonio, no se extinguiría en Israel.
No creían en la doctrina de la resurrección, la negaban. Por los "Hechos de los Apóstoles" sabemos también que no admitían la existencia de ángeles ni de otros seres espirituales fuera de Dios. En todo esto se diferenciaban de los Fariseos, especialmente en su negación de la Halakha, que era un conjunto de preceptos, normas prácticas, rituales y jurídicas. Como no admitían la tradición, los Saduceos interpretaban literalmente las leyes Mosaicas en materia criminal y aplicaban rigurosamente la ley del talión.

Los Saduceos, satisfechos con sus riquezas y posición social, no se preocupaban demasiado por la llegada del reino de Dios. Por eso se adaptaban a los que mandaban, incluso cuando estos eran extranjeros; Su objetivo era mantener la posición social que habían alcanzado y la importancia de su propio partido.
Caifás y los Sacerdotes fueron quienes hicieron condenar a muerte a Jesús. Estaban tan lejos de Jesús como del Dios al que decían adorar.

Los Fariseos

El nombre "fariseo" proviene de un adjetivo arameo que significa "separado", "dividido". Los Fariseos vivían separados de todo lo que para ellos era impuro, es decir, "del pueblo de la tierra". Ellos solían llamarse a sí mismos "compañeros" e incluso "santos".

Ellos admitieron la libertad de los hombres y la inmortalidad del alma; Afirmaban que todo está gobernado por la Providencia. Además de la ley, veneraban exageradamente la tradición, especialmente en lo referente al sábado, la pureza legal y los diezmos. Todo lo que enseñaban oralmente estaba escrito en el Talmud, al que le daban mayor importancia que a la ley. Discutían minucias, sutilezas, y se fijaban en las prácticas externas, en lo que venía de fuera, sin darse cuenta de que estas cosas habían "contaminado al hombre" hasta el punto de hacerle difícil comprender las nuevas prescripciones con las que habían complicado la vida.

Para dar un ejemplo, en relación al descanso sabático, hubo quienes llegaron hasta el punto de prohibir llevar un higo seco o comer un huevo puesto por una gallina en ese día. Esta amplia gama de casos les había llevado a multiplicar los preceptos, que podrían dividirse en dos grupos: 248 negativos, 365 positivos. Un número tan grande de preceptos mata la unidad, dispersa la vida espiritual y transfiere la atención de la esfera de la ética a la esfera de las ceremonias. Se perdía, por tanto, la distinción entre lo grande y lo pequeño, entre lo que en la ley era primario y secundario.

De este modo la piedad, que es del corazón, se convirtió en pura erudición, pues era necesario conocer todos los preceptos. Ahora bien, todo esto exigía tiempo, y las masas populares no tenían mucho de ello, por eso se las definía como impuras. Este formalismo excesivo, tan contrario a las enseñanzas de Jesús, convirtió a los Fariseos en enemigos del Maestro desde el principio. Y Jesús los tratará con más dureza que a los demás, mientras que dirigirá su compasión y misericordia hacia los pecadores, los pobres y los últimos. Jesús llamó a los Fariseos y Escribas "maestros de la nada", precisamente por su gran hipocresía y dureza de corazón.

Los Escribas

En cuanto a los Escribas, podemos decir que eran casi coincidentes con los Fariseos, aunque no eran totalmente idénticos. Los Escribas eran Fariseos eruditos, que para llegar a ser tales tenían que practicar la escritura durante muchos años. Casi 40 años de estudio de los diversos textos de las sagradas escrituras, lo que, para la mayoría de ellos, no fue ni fácil ni sencillo. Los Escribas y Fariseos formaban un grupo fuerte y compacto. Rara vez un Escriba pertenecía a otra secta que no fuera la farisea.
Tanto es así que Jesús, en varios pasajes de los Evangelios, junta a Escribas y Fariseos. Los Escribas eran los guías espirituales del pueblo, sus moralistas. Sus enseñanzas fueron decisivas porque gozaron de gran influencia. Poniendo juntos a los Escribas y Fariseos, como sucede a menudo en el Evangelio, podemos afirmar que eran seguidos por la mayoría del pueblo, del que eran responsables, sobre todo en tiempos de Jesús. También les es aplicable lo que se ha dicho sobre los Fariseos.

Los Zelotes

Uno de los grupos judíos presentes en el período histórico de Jesús. Surgidos a principios del siglo I con Judas el Galileo como movimiento de resistencia partidista, eran enemigos jurados de los ocupantes, especialmente los Saduceos y los Herodianos, porque no compartían su sometimiento a las potencias extranjeras ocupantes. Sobre todo, para poder mantener su prestigio y sus privilegios, comparten los ideales religiosos y las aspiraciones políticas de los fariseos, pero se distinguen por el amor inextinguible a la libertad, por su desprecio de la muerte y sobre todo por el recurso a las armas, a la violencia y al terrorismo.

Zelote significa propiamente "celoso", también en el sentido de "intransigente" o "fanático". Y fue precisamente con este celo que querían expulsar a los romanos de Palestina, porque estaban convencidos de que sólo después de su expulsión del territorio, Dios redimiría a su pueblo. Se negaron, en particular, a pagar tributo a los romanos. Consideraron que se trataba de una acción ilegal que violaba la constitución teocrática de su nación.
Naturalmente, todo esto nos permite comprender cómo los valores expresados por los Zelotes eran opuestos a los expresados por Jesús, completamente antitéticos.

Los Esenios

Los Esenios, junto con los Fariseos y los Saduceos, representaron uno de los movimientos religiosos que se desarrollaron dentro del judaísmo a partir del siglo II a.C. Los Esenios no son nombrados expresamente en el Nuevo Testamento, por lo que será difícil relacionarlos con la figura de Jesús. El conocimiento del movimiento esenio se ha visto modificado y enriquecido por los descubrimientos de Qumrán, ya que, según la tesis actualmente dominante, los sectarios de Qumrán se identificaban con los Esenios o con una de sus corrientes.

Antes del descubrimiento de Qumrán, nuestro conocimiento de los Esenios provenía esencialmente de las obras de Filón de Alejandría, Flavio Josefo y Plinio el Viejo. De estas fuentes históricas y las críticas relacionadas se desprende que: Filón afirmó que el nombre Esenios derivaba de una palabra griega que significa "santos", "puros". Sin embargo, Flavio Josefo, en su obra "Guerras judías" parece querer remontar el nombre a una palabra que significa "venerable", "religioso".

Los escritores antes mencionados presentan a los Esenios como una comunidad de tipo monástico. Según nos cuenta Filón, vivían en aldeas o caseríos, huyendo de la corrupción de las ciudades. Filón describe a los Esenios como un pueblo dedicado exclusivamente al servicio de Dios que basaba su existencia en el fundamento de la Torá, que se leía continuamente, especialmente el sábado.

La observancia del sábado estaba estrictamente prescrita. Respetaban también la prohibición de pronunciar no sólo el nombre de Dios, sino también el del legislador (es decir, Moisés, o quizá el fundador de la secta), y por este precepto estaban dispuestos incluso a sufrir cualquier forma de tortura, hasta la muerte. En el plano doctrinal los esenios defendían la inmortalidad del alma, considerada prisionera del cuerpo corruptible.

Las almas de los justos, después de la muerte, ascendían al mundo perfecto que ellos, según Flavio Josefo, situaban más allá del océano, como un lugar más allá de toda perturbación. Los malvados, por el contrario, descendían a una cueva oscura donde les infligían castigos infinitos. Creían en la resurrección, el juicio final y la consumación del mundo. Estaban claramente en conflicto con el Templo al que enviaban todas sus ofrendas (pero no víctimas de sacrificios).

La secta se caracterizaba por una fuerte aversión a cualquier forma de violencia y a cualquier ofensa perpetrada contra criaturas vivientes. De hecho, al rechazar la profesión militar, se negaron a construir herramientas de guerra. No poseían esclavos y condenaban la relación de esclavitud como ofensiva al derecho natural, defendiendo la igualdad fundamental de todos los hombres. Otro aspecto ético importante era el matrimonio. Según Filón los Esenios habían prohibido el matrimonio y prescribían la continencia perfecta, considerando a la mujer como causa de males y de perturbaciones en la vida de perfección que ellos habían elegido.

Esto explicaría la otra afirmación de Filón, según la cual las comunidades estaban formadas únicamente por personas mayores que se acercaban a la vejez. Según Flavio Josefo, los esenios pudieron renovar su número de seguidores adoptando a los hijos de otras personas como propios. Plinio el Viejo escribió, en cambio, que este «pueblo eterno en el que nunca nace nadie» lograba subsistir simplemente porque continuamente se le unían nuevos seguidores jóvenes. Otras fuentes históricas, sin embargo, informan de la existencia de una orden de Esenios en la que las personas se casaban considerando esencial la propagación de la especie.

Los esenios de Qumrán se creían el verdadero Israel, perseguidos por los judíos infieles y dominados por gobiernos extranjeros, y con este espíritu esperaban la llegada del Mesías (o más bien de dos Mesías). La secta creía que las cosas finalmente cambiarían con la llegada de un Sumo Sacerdote y un Rey, venido de la tribu de Leví y enviado por Dios para redimir al pueblo. La comunidad de Qumrán creía que los dos Mesías vivirían en los últimos días, antes del conflicto final entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas.

Tanto el monasterio de Qumrán como la comunidad de los Esenios, fueron destruidos por los romanos en el año 68 d.C.

En conclusión, dado que ni los historiadores de la época ni los Evangelios hacen referencia alguna a una posible relación entre la secta y Jesús, no es posible afirmar que el Mesías se uniera a esta secta. En parte por las diferentes opiniones, como el respeto al sábado o la condición de la mujer en general, y en parte por la falta de información histórica. El hecho es, pues, que Jesús era un laico y ni siquiera se había casado con alguien de esta secta, aunque algunos han escrito que Jesús era Esenio.

Y, precisamente por ser laico, Jesús fue considerado hereje por todas las sectas judías de su tiempo, ya que no vino a crear una religión, ni a ensalzar una existente en aquella época, como era la judía. Él vino a dar a conocer a los hombres la verdadera naturaleza del Padre, es decir, que Dios no es sólo el Dios legislador de Moisés que conduce a la obediencia, sino también ese Dios Creador que mediante el amor incondicional conduce a la libertad. El Dios de Jesús, el Dios de todos.

Jesús Laico

SEGUNDA PARTE

Jesús no vino al mundo a dar un nuevo credo, a crear una nueva religión: ya había muchos credos y había muchas religiones, no hacía falta una más. Jesús venía de una región, de Palestina, donde la vida estaba gobernada principalmente por personas religiosas de culto judío, una religión centrada sobre todo en el culto sacrificial, en el sacerdocio del Templo y en la Torá, el libro sagrado de las leyes Mosaicas. Había 613 preceptos que el pueblo judío debía observar en la vida diaria. Pensaron que encontrarían a Dios tratando de cumplir todos esos preceptos para mantenerse puros y separados de la gente del mundo. En realidad se estaban separando de Dios.

Ya hemos visto, anteriormente, cómo algunas de estas corrientes religiosas existentes regulaban la vida cotidiana del pueblo común. La más importante y también la más numerosa de estas sectas fue la corriente de los Fariseos. Constituían un grupo religioso, pero también político, en la Judea de Jesús. En diversos momentos se identificaron como partido político, movimiento social y escuela de pensamiento. Junto con los Escribas, gozaban de la fama de interpretar con precisión los 613 preceptos de la Ley Mosaica.

Luego estaba la corriente de los Saduceos, compuesta principalmente por la casta sacerdotal: ellos sólo reconocían la Torá escrita y rechazaban la doctrina de la Torá oral. Además, no contemplaron la resurrección de los muertos.
Los Escribas y Fariseos reclamaban la autoridad mosaica en su interpretación de la ley, mientras que los Saduceos representaban la autoridad de los privilegios y prerrogativas sacerdotales establecidos desde el tiempo de Salomón.

Los Zelotes eran un grupo político religioso judío armado, partidarios de la independencia política del reino de Judea, así como defensores de la ortodoxia y el fundamentalismo judío de la época. Eran considerados por los romanos como terroristas y criminales comunes. Se rebelaron con armas contra la presencia romana en el reino de Judea.
Los Esenios eran un grupo semítico de origen incierto. Eran comunidades aisladas y llevaban una vida eremítica.

Por último, estaban los Herodianos, un grupo liderado por el rey Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea. Soberano colocado en el trono por los romanos por motivos de orden público.
Jesús era un judío laico sin formación rabínica, que cambió el modo de entender la escritura y la ley religiosa. Con él surgió otro proyecto de salvación, que centraba la religiosidad en las aspiraciones humanas y la alejaba del ámbito religioso.

Ya no se trataba de la religión del Templo, sino de un estilo de vida ligado a la verdad y a la ética, enfocado en la vida profana y marcado por la urgencia del señorío de Dios entre los hombres. El Inició y llevó adelante un proceso de desacralización del culto al Templo, del culto al sacerdocio. Defendió la vida como valor absoluto y se opuso a la práctica maníaca de las leyes Mosaicas, que se centraban en el culto al "pecado-castigo-holocausto".

Una vida sacrificada por los demás, centrada en el sufrimiento humano, el perdón de los pecados y la misericordia divina. Dos mil años después, todavía vivimos el desafío de dejarnos inspirar por Jesús. El futuro está en volver a los orígenes de su mensaje, en saber captar plenamente sus informaciones, en saber crear una comunidad donde los laicos, tanto hombres como mujeres, puedan participar. Las mujeres, son las protagonistas.

Jesús practica la antimafia
PRIMERA PARTE

Decir hoy que Jesús practica y practicaba la antimafia hace 2000 años puede parecer una blasfemia. También porque el término "Mafia" es un término moderno. En la práctica, este término fue acuñado hace poco más de siglo y medio, aunque su origen sigue siendo incierto. Y me detengo aquí.
No basta saber, ni siquiera basta ser consciente. Hay que plasmar en la práctica lo que se sabe y lo que se conoce. Practicar, es decir transformar el saber y el conocimiento en la práctica de la vida. Vivir los propios conocimientos es haberlos transformado en sí mismos. Este es el objetivo del conocimiento, así como el fin de la alimentación es transformar los alimentos en la propia sangre y en la propia energía vital.

Lo mismo ocurre con el término mafia, que en el fondo expresa determinados tipos de comportamiento, expresión de determinados valores negativos como la injusticia, la corrupción, el abuso, la opresión, la violencia y la criminalidad. Todas las cualidades negativas expresadas por el ser humano en su presencia milenaria en este planeta. 

Jesús practica la antimafia
SEGUNDA PARTE

La mafia, o sistema mafioso, no es otra cosa que la evolución de la criminalidad común en una asociación delictiva. En esencia, para un mafioso lo único que verdaderamente importa y tiene valor, lo único por lo que vale la pena vivir o morir, el objetivo final es el "negocio", el "trato productivo", el beneficio. No importa si se obtiene con métodos ilegales, incluso con el asesinato de personas inocentes, lo importante es llevarlo a cabo derribando con la fuerza criminal todo obstáculo que se oponga a la consecución del fin último, es decir el lucro.

Éste era el concepto de mafiosidad hasta hace unos años, concepto que naturalmente se contrapone a la legalidad, a las leyes del Estado, el cual, en cierto modo, lo contrastaba y lo combatía con las fuerzas militares y policiales.

Hoy en día este concepto de mafia ha evolucionado, ya que el contraste que se implementa a través del poder del Estado y la Legalidad se sortea con la corrupción de los propios aparatos estatales, y con la infiltración de afiliados a la mafia en el panorama político, de modo que los elegidos pueden influir en la legislación de un gobierno y legislar a su favor. En esencia no hay diferencia entre un mafioso y un criminal, ya que ambos viven y se enriquecen cometiendo acciones inhumanas hacia sus semejantes y hacia la vida en este planeta.

¿Qué significa "inhumano"? Por inhumano entendemos alguien que está: "desprovisto de todo sentido de humanidad, despiadado, bestial, que no tiene ni conserva nada de humano". En contraste con el de "humanidad": "un conjunto de cualidades y sentimientos, generalmente positivos, que se consideran específicos del hombre y lo distinguen de las bestias".

Así que básicamente un criminal, o un mafioso, es alguien que, a pesar de tener cualidades humanas, expresa bestialidad, adopta la ley del más fuerte, la ley del pez grande que se come al pez pequeño, que aún puede ser bueno en la dimensión animal, y no en la dimensión humana. Estos hombres viven en la preocupación perenne de la inestabilidad social, de la situación económica y política y de otras cuestiones que surgen diariamente como la seguridad personal, de su familia, del futuro que se presenta cada vez más incierto, Con colores oscuros y nubes amenazadoras en el horizonte.

La falta de seguridad hoy en día produce efectos desastrosos porque el hombre reacciona con el temor de que se mantenga un estado de tensión permanente. Pero el miedo no es sólo una defensa, también es un empeoramiento de la propia condición psíquica. Quien niega la propia humanidad, quien niega los valores positivos del hombre, quien niega la propia alma, el propio espíritu, confía la propia protección exclusivamente a las propias capacidades, a la fuerza y al poder, que traducidos en entidades materiales son el dinero, las armas, la violencia.

Ellos hacen todo lo posible para alcanzar condiciones de privilegio y poder, y una vez que han obtenido el poder lo utilizan para fines egoístas. Todo esto es la antítesis de los valores crísticos, por eso Jesucristo practicaba la antimafia. Y por eso Jesús era considerado peligroso, porque con su obra y su mensaje denunciaba en su base, el sistema vigente, fundado sobre privilegios y poderes y en manos de los egoístas ciegos, sordos, hipócritas y de mala fe que usaban la mentira para engañar al pueblo.
El templo, la ley, el culto y el sacerdocio eran instituciones mediadoras creadas con el propósito de servir como canal de comunicación con Dios. El templo era el lugar donde uno podía encontrarse con Dios; el respeto a la ley era la santidad para agradar a Dios; La adoración era la forma como uno entraba en contacto con Dios; Los sacerdotes eran las figuras encargadas de poner a las personas en contacto con Dios. Esto nos ayuda a entender cómo la imagen de Dios fue falseada.

Jesus pratica la antimafia
TERCERA PARTE

Cuando Jesús subió a Jerusalén y encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas, corderos y palomas, y a los cambistas sentados por las razones mencionadas, hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del templo, animales incluidos. Volcó las mesas, esparció el dinero de los cambistas y dijo a los que vendían palomas: Quitad esto de aquí; "No hagan de la casa de mi Padre una casa de mercado."
Es decir, un lugar donde se especulaba, aparentemente de forma legal, pero sobre la base de leyes injustas que emanaban de preceptos humanos, no divinos.

Jesús no se limitó a exponer sólo las verdades divinas, sino que toda su vida fue un ejemplo de acciones encaminadas a afianzar la Justicia entre los hombres. Cuando Jesús inicia su misión en las calles de Palestina se da cuenta de que la realidad social contrasta con la justicia de Dios. Así su objetivo se convierte en aquel de declarar la guerra a este desorden creado por las autoridades y los poderosos del momento, tratando de restaurar e instaurar la justicia querida por el Padre.

Pero ¿Cómo lo hace? En su actitud conflictiva, Jesús nunca transige: la justicia, tal como él la entiende, no puede ser mediada ni suavizada ni siquiera endulzada. Jesús es consciente y bien sabe de que todo lo que presencia en la tierra de Israel, en Jerusalén, en el Templo, no sirve en absoluto para convertir el corazón de aquella gente a Dios y a su Justicia, sino que es fruto de un poder constituido, no para servir al pueblo, sino para esclavizarlo.

Los sumos Sacerdotes eran elegidos por el prefecto romano, por su disponibilidad de colaborar con Roma, una colaboración que les permitió conservar el poder durante mucho tiempo. El caso de Caifás es un claro ejemplo de ello. Caifás y su consejo deben defender el Templo e impedir que fanáticos difíciles de controlar entren en él. Los soldados cumplen las órdenes de los sacerdotes y vigilan que no surjan rebeliones ni disturbios en los patios del Templo.

De la funcionalidad de este último y de los peregrinos que lo visitan para practicar el culto muy probablemente dependía la vida, la actividad y el comercio de Jerusalén. El motivo de fondo es claro: la justicia y el reino de Dios defendido por Jesús pone en tela de juicio al mismo tiempo la estructura de las relaciones con Roma y el sistema del Templo.

Fieles al Dios del Templo, (un Dios creado para su uso y consumo) las autoridades judías, no sólo los sacerdotes sino también los Escribas y Fariseos que ostentaban el poder político y los Herodianos que ostentaban el poder militar, se vieron obligadas a reaccionar: "Jesús perturba, revela el engaño, va contra las mentiras que se hacen pasar por verdad, invoca a Dios para defender la vida, para defender a los últimos, a los miserables, a los desposeídos, a los sufrientes. Caifás y sus hombres invocan a Dios para defender los intereses del templo. Condenan a Jesús en nombre de su Dios del Templo, pero al hacerlo condenan al Dios vivo del Reino, el único Dios vivo en el que Jesús cree".

Lo mismo ocurre con el Imperio Romano. En ese sistema imperial defendido por Pilato, Jesús no ve un mundo organizado según la Justicia y el corazón de Dios. Defiende a los más marginados del imperio; Pilato protege los intereses de Roma. El Dios de Jesús piensa en los últimos; Los dioses del imperio protegen la Paz Romana. No se puede ser amigo de Jesús y del César al mismo tiempo, no se puede servir a los dioses de Roma y al Dios del Templo, que son dioses del Estado.

Las autoridades judías y el prefecto romano actuaron para garantizar su propio orden y seguridad. Pero no se trata sólo de una cuestión pragmáticamente política: en última instancia Jesús es crucificado porque sus acciones y su mensaje son una denuncia de las raíces de ese sistema organizado al servicio de los más fuertes, los poderosos, el Imperio Romano y la religión del Templo. Es Pilato quien pronuncia la sentencia, tras la denuncia del Sanedrín: "irás a la cruz". Pero esa pena de muerte la firman también todos aquellos que, por diversos motivos, han resistido a su llamado a reconocer el Reino de Dios entre los hombres.

Jesús practica la antimafia
CUARTA PARTE

Jesús no fue recibido positivamente porque la imagen de Justicia divina que él porta es tan inaudita que destruye la sociedad política y religiosa de aquel tiempo (y de todos los tiempos).
Si Dios en Jesús vino a servir, entonces los verdaderamente grandes del reino de Dios en la tierra prometida son los que sirven. Pero ¿Cómo hacen los poderosos para servir? ¡Los poderosos quieren ser servidos!

Está claro por qué Jesús fue entregado a Pilato por los principales sacerdotes (estaba en contra sus intereses), pero ¿Por qué por el pueblo? Es precisamente la victoria del poder: ese poder representado por los sumos sacerdotes, los Escribas y los Fariseos, el que no sólo lo condena, sino que consigue convencer incluso a la gente común de que Jesús está contra el bien del pueblo. Éste es el desastre que provoca el poder político y religioso: te quita la libertad y te garantiza la seguridad.

Un personaje revolucionario como Jesús ya no debe existir. Nadie tendrá que pensar de forma independiente porque siempre habrá un jefe que le dirá qué hacer: simplemente tendrá que obedecer. Así cualquiera se vuelve sumiso, obediente, para ser recompensado y santificado como fiel al poder, sin darse cuenta de que se ha convertido en un títere, en un dependiente, en manos de otros.

Pilato comprendió inmediatamente que Jesús no era el Mesías peligroso del que hablaban los sumos sacerdotes, es decir, alguien que pudiera derrocarlo. En Jesús no hay nada de esto, pero para el pueblo judío y las autoridades, sin embargo, él es más peligroso que los gobernantes romanos paganos. Entregan al libertador al gobernante Pilato porque es extremadamente peligroso para ellos.

Por eso Pilato pregunta a Jesús: «Pero ¿qué has hecho? ", es decir: "No puedo entender qué has hecho mal para que te odien tanto". Un hombre así, que muestra cómo las reglas religiosas, si no están llenas de amor, son inútiles, que enseña al hombre que Dios quiere su felicidad y no sus oraciones, que muestra cómo a Dios no hay que tenerle miedo, sino que se puede confiar en Él, porque Él no castiga ni reprende, debe ser eliminado.

Un guerrero revolucionario es un hombre peligroso, pero un dominador de almas y de conciencias debe ser erradicado porque un alma libre ya no puede ser encarcelada y sobre todo corre el riesgo de "contaminar" otras almas. Un liberador de almas es como un virus, contagia, y por eso decidieron matar a Jesús, porque es capaz de convencer a la gente de que romper leyes injustas no sólo no lleva a atraer maldiciones, sino que finalmente les permite vivir.

Si este hombre puede convencer a la gente de escuchar a sus corazones y a sus conciencias, entonces el poder religioso, que les dice lo que es bueno y lo que es malo, ¡ya no es necesario! ¡Entonces se acabó para ellos! Así que ya está decidido:

Jesús debe ser eliminado.

Así funciona un poder mafioso, elimina físicamente todo lo que se le opone.
Estaba claro que a Jesús no le interesaba la realeza ni el dominio, sino la verdad. La verdad de que Dios es Amor y que el hombre, al aceptar este amor, posee la condición divina. Jesús da testimonio de dos verdades: la primera es que Dios es Amor y desea comunicar y derramar su amor sobre todos los hombres; La segunda es que el hombre es hijo de Dios, ya no un siervo, sino un hijo a quien Dios ama y que posee una dignidad enorme.

El problema del poder es que no puede permitirse nunca decir toda la verdad: si lo hiciera, ya no sería elegido. Cuanto más poder tienes, más atento debes estar con lo que dices: cuanto más te callas, más escondes, más debes disfrazarte. El poder es el padre de la mentira. Esto le dice Jesús a Pilato: "Cualquiera es la verdad" y no: "Cualquiera tiene la verdad". Jesús dice: "yo soy la verdad" y no: "yo tengo la verdad".

Quien dice tener la verdad excluye a todos los que no están de acuerdo con él. Cuando alguien cree que tiene la verdad, entonces juzga a todos los demás. Jesús, en cambio, dice ser (proceder) de la verdad: Dios es amor para el hombre y Jesús vive en sintonía con este amor. Por eso Jesús dice: "quien es de la verdad escucha mi voz" y no: "quien escucha mi voz viene de la verdad". Por lo tanto, quien quiere seguir y escuchar a Jesús debe ser capaz (condición necesaria) de hacer verdad sobre sí mismo y sobre su propia vida.

Es decir, sólo aquellos que están en la verdad y hacen del hombre su pasión, aquellos que aman a la humanidad, aquellos que aman y favorecen a todo hombre: sólo estos pueden comprender a Jesús y sus palabras y no al revés.

Si una doctrina se pone por encima del bien del hombre: la ley judía para los Fariseos, la ambición de Santiago y Juan, el Mesías, de Pedro, incluso el mejor, con el tiempo hará daño al hombre.
Pilato respondió a Jesús: "¿Qué es la verdad?" Si por una parte a Jesús no le interesaba el tema de la realeza, por otra parte, Pilato no estaba interesado por el tema de la verdad porque él es un hombre de poder al que le interesa la ambición, el trono, el dominio. Y cuando se trata de estas cosas, la verdad es el enemigo de este mundo donde reinan la mentira, las apariencias, el engaño y la oscuridad. Pilato no está interesado en la verdad, le interesan otras cosas: el dinero, la fama, la riqueza, las mujeres, el éxito, pero entiende que Jesús es inocente y dice tres veces: "No encuentro ninguna culpa en él".
A pesar de esto, deja que Jesús sea crucificado. Un sistema mafioso deja que las cosas sigan su curso si no hay nada de lo que se pueda sacar un beneficio personal (negocio).

Jesús practica la antimafia
QUINTA PARTE

Jesús vivió durante toda su vida la tentación de usar de manera diferente su poder (ser Jesús, el Mesías, un líder), su posición (Jesús como hijo de Dios) y su conocimiento (Jesús conocedor del Dios Padre). A lo largo de su vida Jesús fue tentado; A lo largo de su vida estuvo tentado de seguir otros caminos: el disfrute, la posesión, el poder. Él tenía el conocimiento y toda la fuerza y el poder para hacerlo, en lugar de seguir el camino del servicio y la cruz. Todos querían un rey, un Mesías poderoso, fuerte, pero nadie quería un rey de paz, de amor, de justicia. Un guía de filosofía moral con un gran sentido de la ética (la filosofía moral, o sentido ético, es lo opuesto a la mentalidad mafiosa o cultura mafiosa).

Jesús tuvo que decepcionar las expectativas del pueblo judío y de muchas personas, incluso de su entorno cercano. Él no era el Mesías que la gente esperaba, el hijo de David, es decir, el que restauraría por la fuerza el antiguo reino de Israel. A lo largo de su vida Jesús tuvo que luchar contra la gran tentación de ser el Mesías, hijo de David. Esta tentación no es una invitación a cometer actos pecaminosos, sino una seducción muy sutil.

Y esta seducción, a lo largo de la historia de la humanidad, ha estado y sigue estando siempre presente. Porque todo hombre que tiene poder, conoce esta tentación, la acepta y la utiliza ampliamente.
Usar a beneficio propio y provecho todo el poder que se nos concede como guías, como gobernantes de un pueblo, ser servido en lugar de servir es ser sin moral y no tener sentido ético.

Y todo es aparentemente legal, porque los que están en el poder también pueden legislar leyes injustas. Ésta era la aspiración más alta para un hombre de aquella época y de todos los tiempos. Todos se comportan así, todos proclaman determinados valores, pero luego no los viven, no los practican, ni permiten al pueblo vivirlos y practicarlos. Así funciona el mundo, estamos dentro de un sistema mafioso.

Los bancos, las industrias y las empresas comerciales deben producir ganancias. Hay un presupuesto al que llegar y si se alcanza, habrán conseguido lo que querían. No importa cómo, no importa si está en juego la dignidad de las personas, su salud, su vida misma; no importa si está involucrada la naturaleza, la tierra, el agua, el medio ambiente, el equilibrio biológico natural; lo importante son los negocios, los tratados, el dinero. El pueblo judío, cansado de esperar a Moisés y a su Dios, construyó el becerro de oro y fue derrotado.

En la cruz, los sumos sacerdotes, los Escribas, los Fariseos, los ancianos y todo el pueblo gritaron a Jesús: «Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz y creeremos en ti». Jesús era y es verdaderamente el hijo de Dios, y si hubiera querido habría podido bajar de la cruz. Sin embargo, no lo hizo porque era éticamente integro.

Él nunca utilizó los poderes divinos para sí mismo o por motivos egoístas y tampoco salió victorioso. Mientras que el pueblo en su conjunto fue derrotado, una vez más, porque no estaban interesados en salvar a Jesús sino a sí mismos. De hecho, al descender de la cruz, Jesús habría demostrado que era verdaderamente el Hijo de Dios, y la gente habría creído y cambiado de opinión, y al creer se habrían salvado. Mafiosos hasta el final, en síntesis, pero Jesús practica la antimafia y así se hace Justicia.

Enzo Ranieri
2 de enero de 2025

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