LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA MADRE CELESTE

De Francesco La Turraca 

Detalle

¡La Inmaculada Concepción! Un regalo especialísimo de parte de Dios para la que sería convertida en su madre.                                                                                          Sobre esta tierra ha caminado una mujer que tenía cada célula hecha solo de esplendor.

Desde su concepción ha sido el amanecer para el mundo entero.En cada día de su vida, ha vivido tal como Dios la había imaginado.

Una pista históricaLa Inmaculada Concepción fue proclamada por Pío IX en 1854 con la bula "Ineffabilis Deus" que establece cómo la Virgen María ha estado preservada inmune del pecado original desde el primer momento de su concepción. En la devoción católica, la Inmaculada Concepción está relacionada con las apariciones de Lourdes (1858) donde María se apareció a Bernadet presentándose como "la Inmaculada Concepción". 

"YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN"

Bernadette la llamaba "la pequeña blanca Señora". Nos la ha descripto así: "Era una jovencita. Llevaba un vestido blanco, largo hasta los pies, de los cuales sólo dejaba aparecer la punta.

Su cabeza estaba cubierta por un velo blanco que llegaba hasta la parte inferior de su vestido. Sobre cada uno de los pies yo vi una rosa que brillaba como el oro. El cinturón era azul claro y sus lazos llegaban por debajo de las rodillas. «La cadena de la corona del Rosario era amarilla como las rosas, los eslabones blancos, grandes y muy distantes unos de otros. "Estaba viva, muy joven, rodeada de luz".

Ya se le había aparecido nada menos que quince veces, y la pequeña Vidente "debía" decir su nombre, porque el párroco de Lourdes, el abad Peyramale, quería conocerlo a toda costa, porque decía que no estaba acostumbrado. a tratar con gente desconocida...

El 25 de marzo (estamos en 1858), fiesta de la Anunciación, Bernardette sintió un deseo más vivo e insistente de preguntarle el nombre a su pequeña Señora blanca.

Lo hizo tres veces, con las manos juntas y con toda el alma en el rostro: «Señora, ¿sería tan amable de decirme quién es usted?». Entonces la Señora tomó un aire serio y humilde, extendió sus brazos hacia la tierra, como en el acto de conceder; luego, levantando los ojos al Cielo y al mismo tiempo levantando las manos, las reunió sobre su pecho, diciendo: «YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN».