LA PACIENCIA, UNA VIRTUD DE LOS FUERTES

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Por Leticia Bagnari
Una semilla plantada en la tierra por manos creadoras, la lluvia la apaga y el sol la irradia de energía.
El agua es la leche materna que nutre, fluye por las venas de la Madre Tierra haciendo brotar la Vida; y ahí está, una pequeña hoja de un verde brillante ha emergido de la tierra, el toque divino del Padre la penetra con sus rayos brillantes y así crece y de una se hacen muchas, se expanden hacia arriba formando una espesa corona que se mece suavemente entre los suspiros del viento, apoyándose en un tronco robusto y firme con sus raíces.
El árbol dará fruto a su tiempo, con infinita paciencia espera poder nutrir otra vida.
En la espera resiste las tormentas, en la sequía sobrevive con lo poco que le queda, en lo profundo de sus raíces aún hay leche materna, su preciado tesoro.

Pacientemente está allí, sobreviviendo esperando su momento y finalmente aquí están sus jugosos frutos que nutren.
Así se concibe la vida, el sol, el agua y la semilla están envueltos en una luz brillante que irradia, cada átomo explota de amor y alegría hasta llegar al Éxtasis Resonante de la Creación Divina.
Toda forma de vida es creada por esas manos sabias que aman incondicionalmente y se regocijan en dar. Todo nace y crece con paciencia, Padre, con tus tiempos que no son los nuestros. Estamos atrapados en una vida frenética, lo deseamos todo inmediatamente, de modo que la violamos y nos vemos abrumados por la decisión equivocada de poseer ese territorio, e incluso poseer esa vida y decidir su fin.
El mundo está lleno de violencia y muerte, todo ocurre en la indiferencia del hombre que, frenético y egoísta, no se detiene a girarse y observar nada más que a sí mismo, aunque sucedan cosas tan injustas y macabras que el mundo debería detenerse.
Tu silencio nos pide paciencia, que esperemos con fe, respetando tu voluntad; estoy seguro de que, con tu tiempo, por una razón justa y superior, resurgirás y harás sentir tu Santa Ira. Con esta certeza, pienso en ti, Padre, ¿quién más que tú ha esperado y brindado mil oportunidades para cambiar, renaciendo y tomando decisiones con valores cristianos? Es el hombre quien se equivoca; elige la desolación, la ira y la extinción de los pueblos.
Somos el sol que todo lo calienta y lo impregna.
Somos la leche materna que nutre y fluye por todo el mundo, dando vida a cada átomo.
Brotemos, nueva vida que se expande hacia el cielo, llegando a las galaxias luminosas, conectándonos entre nosotros todo conecta con la Fuerza Cósmica Omni-Creadora haciéndonos Uno en el Amor Incondicional de Cristo.
Resistamos a los elementos como el árbol sagrado y poderoso, nutrimos la vida, soportando la injusticia sin desistir jamás, frondosos y unidos como su espeso follaje, nos movemos al unísono, transportados por tu aliento vivificante, alimentando la paciencia que será nuestra virtud, la Virtud de los Fuertes que persisten insistentemente en la espera y triunfan en tu implacable y solemne justicia.
A ti Padre
Tu Letizia
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