LA SOLEDAD DEL PROFETA

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Por Erika Pais
Su mirada se pierde allí en el horizonte donde los rayos solares acarician la tierra que hoy abrazan sus pasos. No importa si es noche profunda, él, más que nadie puede ver la luz que emana del Sol y que, aún en presencia de la luna, baña nuestro planeta alumbrando la dimensión que nos encumbra.
Una congoja eterna aprisiona su pecho de Hombre, justo allí en el espacio llamado Plexo, donde anida Su Esencia en la materia que toma forma física - humana.
Esa mirada dirigida al vacío, desnudando la oscuridad, descubre el tesoro escondido en un cofre aterciopelado de estrellas.

¿Qué cosa diferencia a un profeta de Dios del resto de los Hombres? ¿Qué los hace distintos?
¿Qué cosa hace para que el Padre en él se complazca?
Me pregunto mirándolo bajo la luz que lo ilumina ¿Cuál es el sacrificio que debe hacer?
Ese sacrificio que todo mortal creyente y fiel cree de ser capaz de realizar, pero que en realidad solo los Hombres-divinos alcanzan.
La soledad profunda, única, irremediable, insoslayable, como elección.
Una soledad perenne que embargará toda su existencia, el ancla que lo una al Padre, la protección infalible en la misión que encarna. Renuncia absoluta a esta naturaleza humana que hoy le toca vestir.
¿Cómo sobrevivir en la densidad de la materia cargando una humana natura que define su cuerpo, su psiquis, su andar, su progenie?
¿Cómo llevar a término el cumplimiento de un pacto eterno de Servicio con el Altisimo en medio de una sociedad humana limitada a la que debe, despertar, preparar y guiar hacia el crecimiento evolutivo necesario para repoblar un nuevo mundo?
El ser humano sociable por naturaleza, creado para vivir en sociedad y en comunidades posibilitando, de esa manera, su supervivencia en el planeta, necesita como el aire la presencia del otro. No se libera de ningún pecado si no lo expresa a otro, no logra comprenderse a si mismo si no es en confrontación con el prójimo, no se desarrolla bajo ningún aspecto sino es en convivencia con otro de su misma especie. Los diferentes roles que interpretamos y nos identifican le aportan al espíritu casi el 90% de la carga necesaria para evolucionar. Por eso nuestras elecciones espirituales dependen tanto de nuestra historia de vida y debemos "Morir en Cristo para renacer a la Vida Eterna".
Cuando hablamos de ser capaces de renunciar a nosotros mismos para abrazar al Padre a eso se refiere, matar de un soplido todo cuanto nos ha marcado en nuestra existencia. Y muchas veces pensamos que se refiere a renunciar a las cosas que no nos gustan, haciendo una interpretación equivocada de que solo aquello que no nos gustó o nos lastimó es lo que nos separa de Dios.
Pero ¿qué pasa en un escenario donde la consigna es que debes renunciar solamente a aquello que te haga bien para encontrar la luz? El Profeta de Dios renuncia sobre todo a si mismo en la más amplia y limítate expresión de la palabra, renuncia a aquellas únicas cosas que le causaron satisfacción y felicidad humana en su recorrido por el mundo.
Renuncia a esos pequeños instantes donde todo parece bueno, esos momentos de alegría interior que nacen espontáneamente en el contacto con el otro.
Una sonrisa, una caricia, un beso, un abrazo, una mirada, una mano sosteniendo tu cansancio son agua de vida en el camino desierto del misionar en la Tierra.
Él, que tanto nos ama, a lo largo de sus vidas nos ha implorado que sepamos comprender y realizar el tamaño de su renuncia. No por el mismo, sino que para mitigar el dolor humano que nos puede generar el acompañarlo.
Nos lo advierte desde vidas anteriores, nos lo cuenta, nos lo grita en la cara, lo dejó escrito en las estrellas y también en sus libros.
Giordano Bruno, por ejemplo, nos habla de la renovación moral y critica fuertemente la hipocresía social.
En algunas de sus Obras plantea que el filósofo auténtico se libera de lo vulgar para acercarse a lo eterno, se aparta del mundo para contemplar la unidad divina e infinita. Y sostiene que la inmensidad del universo deja al individuo "solo" ante lo infinito.
Pero no debemos confundirnos ya que esta soledad no es vacío, sino expansión interior, una especie de confrontación con lo ilimitado.
Y con fuerza desde la eternidad del tiempo continúa a gritarnos y nos recuerda que el verdadero filósofo es aquel que acepta el infinito y permanece en sí mismo incluso cuando el mundo lo rechaza. Distinguiendo al ser común de aquel "individuo" que sigue su conciencia, aunque quede solo frente a la sociedad.
Un profeta de Dios elige la soledad de la muerte como destino filosófico. (espiritual)
"Más miedo tienen ustedes de dictar sentencia que yo de recibirla"
¿Por qué el Padre elige a un Profeta?
Porque aún sabiendo que volvería una y otra vez a padecer el mismo suplicio humano está dispuesto a vencer la soledad con la muerte en Holocausto.
No pensar, ni exigir, ni desear Hombres y Mujeres que lo acompañan de ser sus únicos amigos, o compañeros o siervos o confidentes íntimos, porque un Profeta del Padre se guardará siempre mucho para sí y jamás revelará por completo sus sentimientos y pensamientos nacidos de esa conjunción del Cielo con la Tierra que acontece en su interior.
Porque las dimensiones del Padre son inalcanzables para nuestras mentes y espíritus. Sus lágrimas serán visibles y nos las regalará en instantes mágicos, pero el dolor que vive por el Hecho Celeste de Saber se esconderá a nuestros ojos profanos.
Así como solo el Padre conoce el Día y la Hora y no le es dado conocerlo tampoco al Hijo, de la misma forma el devenir nos será vedado, porque el Profeta no nos lo puede dar a conocer por el bien de nuestro camino.
Un Profeta de Dios se auto sentencia a la soledad más profunda y a la incomprensión total a cambio de saber para poder Ser quien nos guíe hacia lo eterno.
Y recuerden hombres y mujeres del mundo que un Profeta de Dios en esta sociedad, nunca será padre aunque tenga hijos, nunca será esposo aunque tenga mujeres, nunca será amigo aunque lo acompañen hasta la muerte.
Porque Él Es El Padre, Es El Esposo, Es El Amigo.
Felices aquellos que comprendan este concepto y la profundidad de aquello que escribo hoy.
Feliz soy de expresarlas aunque el lenguaje me limite brutalmente cuanto siento dentro.
Erika Pais
26 de noviembre 2025
