EL AGUA NO ES UN NEGOCIO PRIMERA PARTE

19.08.2023

Por Mirtha Susana Rodriguez y Estela Casado

Agua significa vida, nuestro destino se vincula indefectiblemente al del agua, en la cotidianeidad de nuestras vidas, oculta entre otras problemáticas, o directamente tratada con indiferencia, el agua está presente en todos los procesos que atañen a la vida en este planeta, es la vida misma, no existe la vida sin agua y nos olvidamos de ello, aun sabiendo que como seres vivos estamos constituidos en un 70 % de este elemento.

Somos agua y el agua se encuentra presente en todos los territorios que habitamos. Se aloja en cuencas, sin entender fronteras políticas, por lo que son las cuencas y los ecosistemas los que debemos tomar como territorios de complejas interacciones del ser humano entre sí y con la naturaleza. No respetar su ciclo y los límites de cuenca rompe el equilibrio vital para la vida.

La naturaleza pone el agua a donde ella pertenece, siempre ciclando, y los seres humanos intervenimos en esta dinámica en mayor o menor medida. Existe la idea de agua como recurso renovable debido a su ciclo sin fin, pero la cantidad en el planeta es siempre la misma y si alteramos su composición, localización o estado de manera irreversible, la convertimos en un elemento escaso. El agua potabilizable NO es un recurso infinito, y de su cuidado depende nuestra supervivencia.

En nuestro continente existe agua para todos, pero es injustamente distribuida. En Latinoamérica la lucha por este recurso es la misma que por el territorio y la equidad. Actualmente los problemas del agua son problemas de justicia. Los conflictos son un claro indicador de la crisis civilizatoria, provocada por el sistema de acumulación y gestión privada, en detrimento de los espacios y bienes comunes; entre los cuales el agua compone los espacios y bienes comunes por excelencia.

A nivel nacional, nos encontramos ante un gran abanico de problemáticas con el agua, debido a la extensión y variabilidad climática de nuestro territorio, desde la costa hasta la cordillera, desde el mar hasta los glaciares, pasando por toda una variedad de ríos de llanura y de montaña. Por eso al ser las amenazas al agua amenazas a la vida, existen numerosas personas y grupos que la defienden.

Desde el litoral, llegan voces en contra de las mega-represas y a favor de los ríos libres. Desde el centro del país, se pide por la salud de los ríos fumigados y los acuíferos explotados, desde la cordillera se defienden los glaciares y la nieve de las altas cumbres de las explotaciones mineras. Desde el sur se señala a la explotación petrolera como una amenaza directa al agua escasa. Buenos Aires, en tanto ciudad costera, nos enfrenta a múltiples problemáticas, muchas de ellas están relacionadas con la contaminación y la pérdida de humedales que provoca inundaciones, entre otras situaciones. Las irreflexivas intervenciones humanas en nuestras cuencas han hecho más inundables las zonas húmedas y más escasas de agua limpia a las zonas áridas. En todo el territorio luchamos contra la privatización y contra las corporaciones que mercantilizan el agua.

DEBEMOS ENTENDER Y GRITAR CON TODA NUESTRA VOZ QUE EL AGUA NO ES UN NEGOCIO.

La contaminación es el emergente más obvio al referirnos a problemáticas ambientales. En las áreas urbanas su origen es industrial y cloacal, en ese orden. En las áreas rurales los agrotóxicos llevan la delantera. La contaminación de nuestras fuentes de agua es preocupante. Las medidas adoptadas para evitarla son claramente insuficientes. Se hace indispensable mantener y profundizar la tarea de las organizaciones y los vecinos, o sea nosotros, principales conocedores y testigos del estado de las aguas en los territorios en que vivimos. Y vaya si lo sabemos y padecemos los pampeanos!!!!

Vamos a aportar algunos datos y señales inocultables de la escalada sin fin de la problemática hídrica a escala mundial:

La reciente Conferencia sobre el agua 2023 de la Organización de Naciones Unidas para discutir "las cuestiones más acuciantes relacionadas con la crisis mundial del agua generada por nuestra mala gestión y su uso indebido"……… luego de 50 años de no hacerlo.

El reciente estudio de la Universidad Nacional de Seúl donde se demuestra que la magnitud de la explotación y afectación del agua es tal que el eje de la tierra se desplazó diez metros en el último siglo. El origen de este fenómeno es el derretimiento acelerado de las capas de hielo polar y de los glaciares de montaña, así como cantidades colosales de agua bombeada del subsuelo (284 billones de litros al año en el año 2000, según estimaciones de científicos), actividades que cambiaron tanto la distribución de la masa del planeta que influyen en su giro.

Bien cerca de Argentina, la sequía y falta de agua que acontece en Uruguay nos interpela: ¿El advenimiento de una crisis hídrica es inevitable? ¿Cuál es la situación en nuestro país?

Argentina enfrenta una sequía desde el año pasado que afectó casi todo el territorio, especialmente la Patagonia y el río Paraná. El 2022 fue uno de los años más secos de las últimas cuatro décadas y se caracterizó por temperaturas extremas e incendios forestales. Esta situación tuvo más relevancia pública por la pérdida de exportaciones de commodities……. que por las víctimas de las temperaturas extremas o los montes nativos quemados.

Entre enero de 2022 y enero de 2023 los ingresos por exportación de cereales oleaginosas de Argentina disminuyeron en un 61 por ciento y, en ese sentido, vale la pena recordar que Argentina también exporta, entre otras cosas, agua: dentro de los barcos con cereales y leguminosas también se va parte del agua de riego que permite su explotación.

El agua de riego está bajo exigencia: sojización y expansión de la frontera agrícola sobre ecorregiones de monte nativo y agricultura campesina, extracción de agua subterránea y de alta montaña para minería, fracking en la Patagonia, monocultivos de árboles en el litoral.

Según el informe de coyuntura sobre el acceso e igualdad al agua y al saneamiento del Ministerio de Obras Públicas presentado en marzo del 2021 9 millones de argentinos ( el 20% de la población no acceden al agua potable o segura), en las zonas urbanas esto comprende a 1 de cada 10 personas, en los barrios populares esas brechas se amplían dramáticamente y en zonas rurales afecta al 37% de los habitantes.

Garantizar el derecho fundamental al agua para toda la población debe ser la prioridad. A la vez, es fundamental preservar las fuentes de este bien de las garras de quienes buscan su adueñamiento, sobreexplotación o privatización.

La disputa de paradigma de bienes comunes/buen vivir versus el paradigma corporativo/privatizador/mercantilizador también se refleja en el agua. No se trata sólo de un elemento, un recurso natural o un bien común, sujeto a una gestión que debe ser eficiente, sustentable y justa. Es un emergente cultural, ambiental y político que se disputa como un factor de poder económico. Y en esta pelea destacan las grandes corporaciones que intentan apropiarse de las fuentes e incluir el agua en el mercado. De ahí radica la peligrosidad de dejarla en sus manos, sea privatizando empresas públicas o permitiendo la explotación intensiva y descontrolada a los grandes consumidores.

En este sentido, se expande la preocupación y el rechazo por el convenio firmado por el país con la empresa israelí Mekorot, denunciada mundialmente por impedir el acceso al agua a la población palestina. Mekorot concretó a principios de este año acuerdos de cooperación con gobiernos provinciales. En San Juan, Mendoza, Catamarca, La Rioja y Río Negro para la elaboración de planes maestros hídricos. En Formosa y Santa Cruz, consultorías. También tiene convenio con Santiago del Estero y Santa Fe para futuros planes maestros hídricos.

La democratización del bien enfrenta no sólo a los problemas de gestión, sino a los de desigualdad en la distribución, que muchas veces se resuelve por competencia y no por cooperación o solidaridad. Y esa competencia es asimétrica. En reiteradas oportunidades las comunidades locales se enfrentan a corporaciones trasnacionales que cooptan el poder político local, beneficiándose del uso irrestricto del bien natural para actividades industriales o extractivas. Y esto nos remite al caso reciente y actual de lo que pasa en Jujuy.En las culturas andinas se sabe bien esto, por ello los conflictos por el agua destacan, especialmente en oposición a proyectos mineros.

Quizá para la mayoría de nuestra población, que reside cerca del magnífico Río de la Plata y sobre el Acuífero Guaraní, la percepción de abundancia resulta engañosa.

Argentina es un país semiárido y tratar el agua como si abundara es de una falta de solidaridad enorme con nuestros y nuestras compatriotas de zonas áridas.

La pérdida de glaciares debida al calentamiento global y a las afectaciones mineras colabora con el estrés hídrico. Sin embargo Argentina y Chile comparten uno de los campos de hielo más grandes del mundo, resultando una reserva hídrica de relevancia. Sólo en nuestro país, según el Inventario Nacional de Glaciares, existen 16.968 cuerpos de hielo, (sin contar los menores a una hectárea -que deben ser incluidos en el inventario-).

En Argentina no sobra el agua, se reparte mal. Además está sobreexplotada y contaminada.

Sin embargo, existen experiencias colectivas, públicas y comunitarias de gestión de las aguas y luchas populares en su defensa. Como lo hacemos desde 1978, (aunque la ausencia de este recurso comenzó en 1948) los pampeanos que estamos en litigio con la provincia de Mendoza por el caudal del Río Atuel, donde lo que buscamos es garantizar el derecho a su acceso en calidad y cantidad, así como preservar las fuentes en nuestro oeste pampeano.

En un mundo que se perfila muy seco, el agua tendrá en los próximos años un rol protagónico, que puede adquirir ribetes profundamente conflictivos. Pero también tiene la potencialidad de ser un factor que profundice la democracia, la cooperación, la solidaridad, el desarrollo bien entendido, la salud y la vida digna. Siempre que esté en manos de los pueblos.

Y son los pueblos los que en definitiva reivindican los cursos de agua, llámense ríos, lagos, cascadas, vertientes, etc.

Las O.N.G internacionales vienen aquí a instruirnos en cómo cuidar el ambiente, cuando nuestras culturas originarias tenían dioses y divinidades ecológicas. Seres mitológicos de las montañas, del río, del bosque, la lluvia y el viento. Y los países originarios de esa ONG son las que arrasaron con esos dioses. Tan sabia la cultura de los pueblos originarios que nos enseñaba que derribar a un árbol era matar a un Dios.

Cuando a nuestra provincia –La Pampa- , como les comentaba, le robaron el Atuel, el pueblo hizo una alquimia extraordinaria no permitió que ese silencio lo condenara y se inventaron otro río…… un río político, cultural, musical y curiosamente ese río que creímos perdido se transformó en un lugar de encuentro de la identidad pampeana.

No se puede cuidar lo que no se ama, no se puede amar lo que se desconoce. Para cuidar por ej.: los ríos debemos amarlos por lo que son, por su identidad, por su historia.

Curiosamente las y los argentinos somos forasteros culturales en nuestra propia tierra. Somos una semicolonia cultural. Por eso para romper ese desierto hay que hablar de los cursos de agua; es fundamental tener memoria, conservar el cuento de cada río, las lenguas en que fueron nombrados, las culturas de sus orillas, las batallas que en ellos se libraron, sus poetas, sus pintores sus dolores y sus siestas.

Nos están despojando de demasiadas cosas a los argentinos…es prioritario ponernos de PIE, reclamar, ejercer nuestra soberanía……también defendiendo este recurso natural.

FUENTES:

1-Coordinadora del Area Agua y Justicia climática –Tierra Nativa – Amigos de la Tierra Argentina.

2- Agencia de Noticias Tierra Viva

Programa N° 144, emitido el 18/8