EN CADA RESPIRO NUESTRO…

Por Matilda Mulla
La vida nos conduce sin descanso frente a la encrucijada de decisiones, en cada respiro: en la familia, en lo íntimo personal, en el trabajo, en la sociedad, en la política, en el espíritu...
No siempre mi paso ha seguido el camino más recto, pero el tiempo, las experiencias, las pruebas y todo lo que he vivido me han enseñado que, entre dolores y consolaciones, entre desilusiones y esperanzas, solo había una respuesta, una única elección luminosa: las enseñanzas eternas de Jesucristo.
• La familia: es la cuna donde aprendemos a amar la vida y a cada criatura, donde descubrimos que caer no es una derrota sino una enseñanza, que la verdad, por amarga que sea, es siempre luz y donde el corazón se abre a la compasión para los que llevan sobre sus hombros cargas más pesadas que las nuestras.
• La Sociedad: no es un manto que cubre los errores, sino un espejo que refleja la verdad y nos invita a mejorar. Un espacio donde cada uno puede ser él mismo, con sus propias cualidades y fragilidades, regalando a los demás las semillas más puras: el amor, la paciencia, la comprensión, la alegría que aligera los días.
• El trabajo: no un campo de rivalidad, sino lugar en el que diferentes talentos se entrelazan como hilos de oro para tejer un bien común, sin envidias ni rencores o competencia, pero con la única voluntad de servir a la sociedad.
• La vida personal: el camino de a dos donde, más allá de la intimidad, el alma encuentra un amigo fiel, un compañero de ideales, con quien marchar en la misma dirección, de la mano, convirtiéndose en fuerza mutua en los momentos de debilidad que inevitablemente el viaje trae consigo.
• La política: el discernimiento que nos guía hacia quienes saben encarnar y realizar los valores de la justicia, de la humanidad, de la solidaridad y de la verdad, de los cuales el mundo tiene sed.
• Así, todo se entrelaza como una cadena, donde cada eslabón guarda su importancia sagrada.
• Cada ámbito de la vida, a pesar de su diversidad, lleva en si el mismo sello.
• Cada uno debe transmitir esos valores sin los cuales ninguna familia, ninguna amistad, ninguna comunidad o nación puede avanzar
• Ama a tu prójimo como a ti mismo.
• Honra a tu madre y a tu padre.
• Ama la justicia y defiende a los justos.
• No hacer a los demás lo que no quieres para ti.
• Ama la vida, aprecia y celebra cada respiración.
• Se agradecido por cada don.
• Regala una sonrisa: aunque no sea correspondida, alegrará el corazón de quien sufre, sin que tú lo sepas.
Estos son los valores que nos hacen criaturas del Altísimo.
Cada sonrisa que ofrecemos a una criatura es una sonrisa ofrecida a Él, un murmullo de amor que dice: "Estoy aquí, veo tu obra. Estoy aquí para ser tu sonrisa, tu fuerza, tus ojos para quienes aún no te ven. Como Cristo, tu Hijo, es para nosotros cada instante de nuestras vidas».
Matilda Mulla
29 de agosto de 2025
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