LA LEY DEL AMOR VENCIENDO LA LEY DEL TALION
Por Facundo Perez
Jesús en su prédica habla y enseña mucho sobre este concepto. Cuando dice: "No he venido para abrogar la Ley ni a los Profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir." (Mateo 5:17), expresa un acto que, en apariencia simple, transformaría —o mejor dicho, revelaría— el sentido verdadero de todas las cosas.

Esto se ve cuando le dice a un joven: "Amarás a Adonay tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y gran mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas." (Mateo 22:37–40).
Pero ¿qué es "la Ley y los Profetas"? La Ley es la palabra de Adonay y los Profetas son el cumplimiento de esa Ley de Dios a través de sus enviados.
En la historia del Antiguo Testamento también se observa que muchos profetas tienen fallas humanas:
Moisés, rompiendo las tablas de la Ley: "Y aconteció que cuando él llegó al campamento y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés y arrojó de sus manos las tablas, y las quebró al pie del monte." (Éxodo 32:19).
Jonás, que huyó del mandato: "Y vino palabra de Adonay a Jonás… y Jonás se levantó para huir de la presencia de Adonay a Tarsis." (Jonás 1:1–3).
Abraham, que interpela a Dios desde su razón humana: "¿Destruirás también al justo con el impío?... ¿El Juez de toda la tierra no hará lo que es justo?" (Génesis 18:23–25).
También hubo profetas que dieron muerte en legítima defensa, acciones lícitas en su tiempo pero que no respondían todavía a la Ley del Amor que Jesús revelaría posteriormente.
Por tal motivo, la vida de Jesús es el punto de referencia de lo perfecto. Él no solo enseñó la Ley del Amor, sino que llevó a la perfección la Ley y su observancia.
Cuando Jesús es apresado, Pedro —su amigo y discípulo— toma la espada para defenderlo. Hiere al siervo del sumo sacerdote (Juan 18:10); Jesús lo reprende diciendo: "Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán." (Mateo 26:52). Aunque era legítimo defender a su Maestro, ese acto no respondía a la Ley del Amor.
Jesús muestra así dos realidades: la ley de causa y efecto (quien siembra violencia recoge violencia) y la superioridad de la Ley del Amor sobre la Ley del Talión.
Antes de la plenitud en Cristo, la Ley del Talión y la defensa eran admitidas en cierta medida. Un ejemplo es Elías tras el desafío en el Carmelo: "Y Elías dijo: Prended a los profetas de Baal; y no escapó de ellos uno. Y Elías los llevó al arroyo de Cisón, y allí los degolló." (1 Reyes 18:40).
Creo, como consideración personal, que luego de la venida de Cristo, todos los enviados del Padre debieron obrar dentro de la Ley del Amor, aunque posean poder extraordinario sobre sus adversarios. Tal así es el caso de los dos testigos: "Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de su boca y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, para que no llueva; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quieran." (Apocalipsis 11:5–6).
—A mi modesto entender, Giorgio encarna uno de estos testigos y es reflejo de Aquel que enseñó la Ley del Amor.—
Su labor antimafia es una emanación de esa Ley, la misma con la que Juan el Bautista gritaba en el desierto. Aplica la denuncia y la justicia, pero respetando la Ley que Jesús instauró con su vida.
"Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra." (Mateo 5:38–39).
"Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen." (Mateo 5:43–44).
La Ley del Amor no anula la denuncia ni la búsqueda de justicia; la eleva y la orienta. La Ley antigua no desaparece: es completada a través de Jesús.
El talión da paso al amor y la espada da paso a la cruz.
La cruz revela la plenitud de la Ley del Amor.
