LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS Y EL HUERTO DE LOS OLIVOS COMO PRUEBA DE FE

26.10.2025

Por Facundo Pérez

Pareciera que son dos acontecimientos aislados y con poca relación, pero creo que esconden una enseñanza profunda al unir estos dos momentos. Los tres apóstoles —Pedro, Santiago y Juan— son quienes participan en ambos sucesos. El primero, en la Transfiguración, donde se ve a Jesús cristificado en todo su esplendor. El segundo, en el Huerto de los Olivos, donde Jesús aparece en aparente debilidad ante lo que acontecería horas más tarde.

No es casualidad que se muestre en toda su majestad a estos tres apóstoles. Ellos, en esencia, eran los más aventajados del grupo a nivel espiritual. Para entender la enseñanza, tal vez, sea necesario recurrir a dos paralelismos con las Escrituras.

El primero se encuentra en el antiguo testamento, durante el tiempo de José hijo de Jacob, El faraón tuvo dos sueños. En el primero vio siete vacas gordas y saludables que salían del Nilo, seguidas por siete vacas flacas y enfermas que devoraban a las primeras. En el segundo sueño vio siete espigas llenas y hermosas, y luego siete espigas secas y marchitas que también consumían a las buenas. José fue llamado ante el faraón y le explicó que ambos sueños significaban lo mismo: Dios le mostraba que vendrían siete años de gran abundancia seguidos de siete años de hambre y escasez. Por tal motivo aconsejó al faraón aprovechar los años de abundancia para almacenar grano y provisiones, de modo que el pueblo pudiera sobrevivir durante los años difíciles (Génesis 41:1-36).

Algo similar ocurre también en la parábola de las diez vírgenes, donde Jesús cuenta que diez vírgenes salieron a esperar al esposo. Cinco eran prudentes y llevaron aceite extra para sus lámparas; las otras cinco, insensatas, no lo hicieron. Como el esposo tardó, todas se durmieron. A medianoche llegó el aviso de que venía, y las prudentes encendieron sus lámparas, pero las insensatas, sin aceite, quedaron afuera. (Mateo 25:1-13).

La enseñanza que guardan estos pasajes es la misma que intento resaltar entre la Transfiguración y el Huerto de los Olivos. El Maestro se muestra en todo su esplendor ante los apóstoles, y más allá del asombro que ellos sintieron, el propósito también era que guardaran en su corazón todo lo que veían y oían.

El "aceite" o el "grano" que había que almacenar era precisamente aquello que no puede ser robado por el ladrón ni corroído por la polilla. Era el alimento, el pan de vida con el que debían nutrirse, porque ese sería el reservorio necesario para el momento de la prueba.

Jesús, en el huerto de los olivos, es tentado; suda sangre, cae de cara al suelo y pide al Padre que lo asista. Pero el Padre le envía la tentación. En su humana divinidad, Jesús acude a sus amigos —los mismos que habían presenciado la transfiguración meses atrás—, y estos no pudieron asistirlo por debilidad, miedo y sueño: cayeron en la tentación. Lo que meses antes había sido certeza a través de las señales y la presencia del Maestro, en ese momento se transformó en duda y temor. Creo que en esto mismo hay una enseñanza. Las señales, por sí solas, no tienen la fuerza necesaria para sostener el camino, sino aquello que uno construye a partir de la búsqueda interna y externa, como reflejo de la primera. Hay que atesorar donde nadie puede acceder, porque, por más fuerte que sea la señal, el camino es largo y arduo; no sea que caigamos en tentación y no logremos superar las pruebas.

Hoy, Giorgio es para mí el reflejo más fiel de aquel a quien me gusta escuchar y buscar. Es una señal viviente. Su camino y su lucha deben ser para mí un ejemplo, una guía que me ayude a construir en mi interior —y, por consiguiente, en mis actos— eso que digo creer y amar, para así poder atravesar las pruebas que habrán de venir en mi propio camino.

Entiendo que esto puede, a la vez, ser una sentencia y una prueba para mí. Pero también creo —y me siento animado a decirlo— que, en el marco de mi vida y de mi camino, ya no soy más yo, sino yo en mi hermano y mi hermano en mí. Y, como quien busca a sus amigos-hermanos en la prueba, sé que tendré la valentía necesaria para vencer.

Facundo Perez

17 de octubre de 2025