DESPERTAR DEL COMA DE LA MODERNIDAD Y DEL PROGRESO

- Segunda parte de Ailton Krenak -
Por Mirtha Susana Rodriguez y Estela Casado
En su primer ensayo "No se come el dinero" y en sus siguientes libros, basados en entrevistas y conversaciones que tuvieron lugar principalmente durante los primeros meses de la pandemia del COVID, señala con énfasis que, "la pandemia afecta a todas las vidas llamadas humanas y que ha llegado el momento de que todos reflexionemos y deshagamos la exclusividad y la distinción que ha caracterizado el concepto de humanidad a lo largo de la modernidad occidental, según la cual, algunos humanos forman parte de "la casta" y otros son considerados "subhumanos" -indígenas, negros, etc- tal vez, la idea misma de humanidad, esta totalidad que aprendimos a llamar así, se disuelva con estos acontecimientos que estamos viviendo".
La idea de humanidad es sólo una "ilusión" que encubre la acumulación de poder y dinero por parte de algunos.
Ailton ofrece una dura crítica a la formas de división, separación y ruptura entre humanos y subhumanos, entre humanos y no humanos, entre humanos y la llamada naturaleza, entre la llamada humanidad y la tierra que constituyen el ADN del progreso, la modernidad y el capitalismo.
La humanidad ha intentado destruir el sentido cósmico de la vida, pero muchos, especialmente los etiquetados como subhumanos, han activamente mantenido ese sentido vivo contra todo pronóstico, dados los continuos ataques genocidas que han sufrido sus formas de vida y prácticas desde los albores del proyecto colonial.
El desarrollo del club de la humanidad durante el largo proyecto moderno es figurado por él como la ruptura de nuestra maravillosamente enredada relación con la tierra y la vida.
Este humano empobrecido, también es incapaz de practicar una forma de soñar que sostenga "las redes y conexiones de las que formamos parte desde la antigüedad". Esta "institución" del sueño es la que mantiene en equilibrio la relación de toda la vida cósmica. Ailton nos llama a los seres humanos que despertemos del coma de la modernidad y adoptemos una práctica del sueño en la que la tierra se conecte con nosotros. Está ofreciendo una invitación a dejar las paranoias de la modernidad, la neurosis del individualismo, y escuchar y sentir la presencia de todo lo que nos rodea. Para él la humanidad no es una masa informe de igualdad, ni una suma de individuos, cada uno esforzándose y compitiendo para asegurarse su pequeña parcela de propiedad.
La humanidad no está separada de la tierra. La tierra es la humanidad. Una humanidad despierta "sueña" y al soñar conserva las "conexiones cósmicas" que constituyen el sentido de la vida y que se hacen presentes en la cotidianeidad a través del sueño. La institución de los sueños sostenida por los pueblos indígenas puede ayudar a salvarnos, dice Ailton del capitalismo cancerígeno que "hizo metástasis", ocupó el planeta entero y se infiltró en la vida de manera incontrolable", y puede renovar en nosotros la capacidad de vivir de otra manera, como se hizo en el principio, tal como lo cuentan y practican los pueblos indígenas.
Cuando habla de humanidad no habla sólo del homo-sapiens sino que se refiere a una inmensidad de seres que excluimos desde siempre, cazamos ballenas, les sacamos las aletas a los tiburones, matamos leones y los colgamos en la pared para mostrar que somos más bravos que ellos. Además de la matanza de todos los otros humanos que nos pareció que no tenían nada, que estaban allí sólo para proveernos de ropa, comida y abrigo. Somos la plaga del planeta, una especie de ameba gigante.
A lo largo de la historia, ese club exclusivo que está en la declaración universal de los derechos humanos y en los protocolos de las instituciones, fueron devastando todo a su alrededor. Es como si hubieran elegido una casta, la humanidad, y todos los que están fuera de ella son sub-humanidad.
Pero, no son solo los pueblos indígenas, sino cada vida que deliberadamente dejamos al borde del camino. Y el camino es el progreso: esta idea prospectiva de que vamos hacia algún lado. Hay un horizonte, estamos yendo para allá y vamos largando en el recorrido todo lo que no importa, lo que sobra, la sub-humanidad de la que algunos somos parte.
En esta conferencia continúa relatando:
Es increíble que el virus del covid haya alcanzado sólo a las personas. Fue una fantástica maniobra del organismo de la tierra, sacarnos la teta de la boca y decir "ahora los quiero ver respirar". Esto denuncia el artificio del tipo de vida que creamos, porque llega un momento en que necesitas una máscara, un aparato para respirar, pero, en algún lugar, el dispositivo necesita una usina hidroeléctrica, nuclear o cualquier generador de energía. Y el generador también se puede apagar independientemente de nuestro decreto, de nuestra disposición. Nos están avisando que somos tan vulnerables que si nos cortan el aire por unos minutos, simplemente morimos. No es necesario ningún sistema de guerra complejo para borrar este tipo de humanidad: se extingue tan fácilmente como los mosquitos de una sala después de haber echado un aerosol.
No tenemos nada: esta es la declaración de la tierra.
Y si no tenemos nada deberíamos establecer contacto con la experiencia de estar vivos más allá de los dispositivos tecnológicos que podamos inventar. La idea de la economía, por ejemplo, esa cosa invisible a no ser por el problema del dólar. Puede ser una ficción afirmar que si la economía no funciona plenamente nosotros vamos a morir. Podríamos poner a todos los dirigentes del Banco Central en una caja fuerte gigante y dejarlos viviendo allí con su economía.
Nadie come dinero, como lo afirma el antepasado del anciano Dakota Wakya, también conocido como Vernon Foster (nombre impuesto por los colonos cuando llegaron a América) quien decía:
"Cuando en las aguas sólo quede el último pez y el último árbol sea removido de la tierra, sólo entonces, el hombre se dará cuenta que no puede comer su dinero".
En otro párrafo de uno sus libros nos refiere:
Parece que la idea de concentración de la riqueza llego a su clímax. El poder y el capital entraron en un grado de acumulación tal que ya no hay una separación entre la gestión política y financiera del mundo. Estamos gobernados por grandes corporaciones, el poder hoy, es una abstracción concentrada en marcas aglutinadas en corporaciones y representadas por algunos humanoides, enfocados en el poder del dinero.
"Estamos experimentando un cambio gradual en las condiciones de vida en el planeta y todos seremos puestos al mismo nivel. Un billonario, tú y yo vamos a estar todos en la misma"
Somos adictos a la modernidad. Estamos a tal punto dopados por esta realidad nefasta de consumo y entretenimiento que nos desconectamos del organismo vivo de la tierra; siempre existieron los negacionistas, salvo excepciones. Con toda la evidencia del derretimiento de glaciares, Océanos llenos de basura, especies en extinción, con el planeta hirviendo, estos negacionistas comenzaron a dejar su posición escéptica y querer entender la teoría de GAIA creada por James Lovelock, quien fue expulsado del programa de investigación de la NASA- porque afirmaban que era anticientífica.
Quien ya oía la voz de las montañas, los ríos y los bosques no necesita una teoría al respecto: toda teoría es un esfuerzo para explicar a los cabezas duras la realidad que no pueden ver.
Cuando despersonalizamos al río, a la montaña, cuando quitamos de ellos sus sentidos, considerando que eso es un atributo exclusivo de los humanos, nosotros liberamos esos lugares para que se vuelvan residuos de la actividad industrial y extractivista. De nuestro divorcio de las integraciones e interacciones con nuestra Madre Tierra, resulta que ella nos está dejando huérfanos, no solo a los que en diferentes graduación son llamados indios, indígenas sino a todos.
En diferentes lugares hay gente que está luchando para que este planeta tenga una oportunidad, por medio de la agroecología, de la permacultura. Esta micropolítica se está diseminando y ocupará el lugar de la desilusión con la macropolítica. Son gente que está plantando huertas en los patios de sus casas, abriendo canteros en las veredas para dejar brotar ahí lo que sea. Creen que es posible remover la tumba de hormigón de las metrópolis, la gente se concentró en ellas y el planeta se convirtió en una lata de sardinas. Pero ahora, desde adentro del cemento, surge esta utopía de transformarlo en vida.
Por eso sería mucho mejor cuidar nuestra semillita, verla brotar, acompañarla para luego cosechar y así saber de dónde viene lo que comemos.
Tenemos que parar de desarrollarnos y comenzar a involucrarnos.
La NASA hizo una Asociación público-privada con multimillonarios que están con esa locura de crear una biosfera, una copia de la Tierra. Esa copia será tan mediocre como ellos. Si una parte de nosotros piensa que podemos colonizar otro planeta significa que no han aprendido nada de la experiencia aquí en la Tierra. Y se pregunta ¿Cuántas tierras estas personas necesitan consumir hasta que entiendan que están en el camino equivocado?
A propósito de la descripción que tan bien nos desarrolla este líder sobre la situación en la que hemos convertido al mundo, vamos a referirnos a un poema de Carlos Drummond De Andrade, titulado:
"El hombre; los viajes"
Quedan otros sistemas fuera del solar a colonizar.
Cuando se acaben todos, Solo resta al hombre (¿estará equipado?)
El viaje más difícil y peligroso
De SI….. a sí mismo:
Poner el pie en el suelo de su corazón,
Para experimentar, colonizar, civilizar, humanizar al hombre
Descubriendo en sus propias inexploradas entrañas
La perenne, insospechada alegría de con-vivir"
Programa N° 128, emitido el 29/4
