EL AGUA NO ES UN NEGOCIO PARTE II

Por Estela Casado y Mirtha Susana Rodriguez
En nuestra nota anterior - El agua no es un negocio- comenzamos a hablar de un recurso natural esencial para nuestra vida y la de todas las especies del planeta…el AGUA, que corre -cuando la dejamos libremente- por los ríos, cascadas, vertientes, se aloja en las cuencas ya sea humedales, los hermosos lagos que nos ofrece la Patagonia, se deposita en las cumbres heladas, forma los glaciares-reservas de agua que deberíamos cuidar- baña las costas, salpicando rocas…. pero precisamente, hay una, grande y negra como su nombre, que se interpone en el recorrido natural y resulta una amenaza. Estamos hablando del FONDO DE INVERSIONES MAS GRANDE DEL MUNDO: BLACKROCK.
Para empezar, comenzaremos contandoles la historia de Laurence Fink, uno de los treinta hombres más poderosos del planeta y que viviendo en una mansión al norte de Nueva York una mañana muy temprano se despertó con sed. Era 2 de noviembre y cumplía en ese entonces, 66 años. Aún no estábamos en pandemia.

Se levantó de la cama a las cinco de la mañana y no tomó nada. Con la garganta reseca apretó la nariz contra la ventana de la sala de estar, mirando al parque de cuatro hectáreas. Después de veinte segundos inmóvil, tragó saliva. Las mejores ideas de su vida las había tenido siguiendo intuiciones. Nadie sabría cómo se gestó la más reciente ofensiva sobre el agua, pero Larry recordaría siempre esa sedienta mañana.
Fink tiene ahora 71 años. Nació en el seno de una familia judía, en Los Angeles; su padre era zapatero y su madre, profesora de inglés. Estudió ciencias políticas en la Universidad de California, donde se unió a la fraternidad universitaria Kappa Beta Phi. Catorce años después de recibirse, fundó y se convirtió en el número uno de BlackRock. En 2020, el grupo gestionó fondos por 8,7 billones de dólares, una riqueza que lo posicionaría como la tercera potencia mundial, solo detrás de Estados Unidos y China. Como dato debemos agregar que el partido político de su preferencia es el demócrata al que pertenece el actual Presidente de EE.UU: Joe Biden.
El fondo es copropietario de más de diecisiete mil empresas entre las principales farmacéuticas (Pfizer), alimentarias (Bayer-Monsanto y Coca-Cola), petroleras (Exxon Mobile) y tecnológicas (Apple y AOL), entre otras. Es la cueva donde nunca descansan los mejores lobos de Wall Street; una manada de la que Larry es el macho alfa.
Si bien toma impulso con sus intuiciones, Fink siempre se basa en las proyecciones. Desde hace años conoce los informes sobre la escasez del agua en el mundo, acelerada por el derretimiento de los glaciares, la contaminación y su uso intensivo, en particular del sector agrícola –el 72% del consumo global se utiliza de ese modo de acuerdo a la ONU–, los municipios y las industrias. Según el World Resources Institute, en los últimos cincuenta años la demanda doméstica se incrementó en más de un 600%. Pero la ONU estima que aún 2.200 millones de personas (casi un tercio de la población global) no tienen acceso seguro al agua potable, y tres mil millones no acceden siquiera a lavarse las manos con agua y jabón. Para los jugadores como Fink, gestionar e incrementar artificialmente esa escasez es una excelente oportunidad de negocios.
BlackRock avanzó en su proyecto por distintos frentes. En julio de 2020 publicó el informe Troubled Waters (Aguas turbulentas), en el que advirtió que el estrés hídrico –mayor demanda que disponibilidad del recurso– produciría graves riesgos financieros en las próximas décadas. Mencionó especialmente los riesgos para el sector inmobiliario, el agrícola y la generación eléctrica. Lo vinculó, además, con las sequías y las inundaciones producto de la crisis climática. Reconoció el contexto y tomó carrera.
En diciembre de 2020, el agua comenzó a cotizar en Wall Street, esa cueva de Fink y otros popes de la economía de mercado global. Se trata, por el momento, de precios futuros para el comercio de agua de cuencas de California para el mercado agrícola. Pero también es lo que parece: el mecanismo técnico necesario para abrir formalmente el camino a la commoditización del agua.
Luego la actual vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, reconoció que "durante años, varias generaciones pelearon guerras por el petróleo; en un corto tiempo se pelearán por el agua". Para defender el recurso, Harris la catalogó como una "commodity preciosa".
Plantea así un escenario en el que el agua nos llevará o bien a la guerra formal y conocida o bien a otra más abstracta, pero igual de sangrienta, que deviene de ingresarla con un valor cuantificable, competitivo y comerciable. Lo que propone la vicepresidenta norteamericana es que si queremos evitar que nos arrebaten el agua al calor del hierro, debemos aceptar –y abrazar– su valorización económica.
En 2020 Fink mostró su primer modelo de ataque: Copropietario de la farmacéutica Pfizer, como mencionamos, y uds. saben dueña de una de las vacunas que se comercializó contra el covid. De acuerdo a una investigación periodística extranjera y ratificada por el entonces Asesor de gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Rachid, Pfizer habría exigido que los países que querían comprar la droga pusieran activos soberanos a modo de garantía para responder ante eventuales juicios futuros.

En el caso de nuestro País, exigió a la Argentina que sancionara una ley que eventualmente permitiera embargar los glaciares andinos. Seguramente ustedes escucharon en su momento esa noticia, se imaginan si presionaron con eso en plena pandemia…..lo que pueden llegar a hacer a futuro…..mejor ni pensar y mucho menos ahora en estos momentos eleccionarios.
Pasemos a otros datos igualmente preocupantes…… como todos sabemos en la provincia de Mendoza, Departamento de Las Heras Allí se emplaza la reserva turística Villavicencio. Un paraíso verde entre las Altas Cumbres, a casi dos mil metros sobre el nivel del mar, que corona una construcción blanca de estilo andina -El Hotel Villavicencio- ►►La reserva posee el 8% de la superficie total del departamento. El dominio de esas 72 mil hectáreas que incluyen el manantial, tres ecosistemas distintos, 240 especies de fauna y 200 especies de flora es privado♠. Desde el año 2000, lo administra la compañía multinacional Danone. El acceso es arancelado y parte de los caudales de agua son embotellados por esa compañía en botellas que llevan la imagen del hotel impresa.
Lejos de la figura clásica del villano de película que acompaña a las corporaciones agrotóxicas, fósiles o megamineras, las que venden agua avanzan con rostro humano y cercanía a las poblaciones. Son la vanguardia sensible de esta embestida sobre el bien estratégico del siglo XXI.
Según datos de 2018, solo tres corporaciones controlan el 85% del mercado del agua en Argentina:
Danone, Nestlé y Coca-Cola
¿Quién se esconde detrás de las tres?
Los lobos.: El 10% de Coca-Cola (Coke Inc.) es controlada por BlackRock; en Danone, aunque el principal fondo de inversión es otro –el Massachusetts Financial Services–, el gigante norteamericano tiene más del 5%; y en Nestlé ningún accionista supera el 3%, excepto la compañía de Fink.
Estos gigantes financieros lanzan sus inversiones detrás de toda gran empresa global. Esto es clave para entender el criterio que aplican sobre el agua y su commoditización, así como para identificar a los ganadores y los perdedores de esta idea que deja de ser amenaza latente para convertirse en realidad.
Coca-Cola, por ejemplo, acordó con el Gobierno de Salta que llevaría agua potable a la región. En principio, con una prueba piloto que aplicara veinte (sí,veinte) filtros familiares a comunidades originarias de los departamentos de Rivadavia y San Martín. Eso sí no importa que para fabricar un litro de Coca-Cola se utilicen litros y litros de agua, sin contar la cantidad utilizada para el envase o el endulzante.
Los datos de escasez de agua en Argentina son alarmantes. Según el INDEC, cinco millones trescientas mil personas no tienen acceso al agua potable en sus viviendas y más del 13% de los argentinos no gozan de acceso permanente a este recurso vital. En las zonas rurales, como el Gran Chaco –donde centra su actividad el programa SedCero–, la situación se agrava y la escasez hídrica alcanza al 41% de los hogares. La inexistencia de una ley nacional para regular el agua aumenta la complejidad del abordaje, imposibilita el acceso a los datos reales y deja librada la gestión a colaboraciones con privados que se benefician con la venta del recurso que se busca garantizar.
Los fondos de inversión que especulan con el precio del agua en Wall Street o las multinacionales que ocupan grandes reservas naturales para embotellar un bien público están muy lejos de estas realidades. La cotización bursátil en Estados Unidos es irrelevante en la realidad cotidiana de los vecinos de los barrios populares.
Las verdaderas guerras por el agua ya se están peleando allí. La privatización del bien común, la ausencia en la gestión estatal y la profunda desigualdad social son parte de esta embestida que crece desde la sed de los lobos y las maniobras de quienes visten de corderos mientras oscurecen el futuro de los pibes en la estepa latinoamericana.
La doctora Ana Torlaschi se especializó en el mercado del agua embotellada y el acceso al agua segura. Cree que "las empresas privadas tienen la capacidad de ver un negocio donde tendría que haber un derecho; aprovechan el agujero que deja el Estado". Dice que "los gobiernos deberían proveer el agua segura a la población porque el acceso al agua es un derecho humano como lo es el derecho al aire" y no duda en considerar que "el agua va a ser el oro del futuro".
Por último, queremos comentarles que sucede en cuanto a las luchas indígenas contra las represas en América Latina, hay mucho por decir en este aspecto pero nos vamos a limitar a mencionar un solo caso en Chubut de los varios que hay, porque también queremos reivindicar, como siempre lo hacemos, a los pueblos aborígenes que defienden los recursos con el cuerpo y con el alma.
América Latina es una de las regiones del mundo que cuenta con mayor cantidad de represas, ligadas en su mayoría a la producción de energía. Estas obras de infraestructura avanzan, en muchos casos, sin contar con licencia social, y son múltiples los impactos que generan en términos ambientales y de relocalización de habitantes, gran parte de los cuales pertenecen a pueblos indígenas
Además de los impactos en las comunidades, este tipo de obras tienen grandes consecuencias negativas en el plano ambiental. Por un lado, han sido el tipo de infraestructura que más gases de efecto invernadero ha generado en el mundo, a causa de la descomposición de miles de hectáreas de materia orgánica que han sido inundadas. A ello se suma la destrucción de bosques nativos y de poblaciones de especies; la degradación de las cuencas debido a la inundación de los embalses; la pérdida de biodiversidad acuática y de los servicios brindados por humedales; el deterioro de la calidad de agua; y las sequías en algunos territorios aledaños.
El Carrenleufú o Corcovado es un río que nace en el Lago General Vintter -en territorio controlado por el Estado argentino- y, tras recorrer alrededor de 130 kilómetros, atraviesa la cordillera de los Andes hasta llegar a Chile. Desde los años setenta, el Estado argentino comenzó a estudiar la posibilidad de impulsar la construcción de represas hidroeléctricas sobre esta fuente de agua, aprovechando el desnivel natural que posee para el desarrollo de energía hidroeléctrica. Así, en 1982, la empresa estatal Agua y Energía Eléctrica realizó una planificación integral con un proyecto de siete embalses y seis usinas: Jaramillo, Caridad, La Elena, Carrenleufú, Río Hielo y Frontera. Años más tarde, se realizó un balance de cada una de estas represas, donde se detectó que la más rentable era La Elena.
Tras décadas de estancamiento de este proyecto, en el año 2004 el gobierno de la provincia de Chubut, en manos de Mario Das Neves, decidió reiniciar los estudios de factibilidad de La Elena y le solicitó al gobierno nacional iniciar la licitación correspondiente. Detrás del proyecto estaba la corporación de capitales españoles Santander. Esta compañía es la principal accionista de la planta de producción de aluminio Aluar, la cual posee una división en Puerto Madryn, por lo que el interés estaba centrado en obtener un mayor potencial energético para esta empresa.
Gracias a la movilización que se desató por las poblaciones de la región que se informaron sobre los impactos que la construcción de esta represa generaría a saber: se inundarían alrededor de 11 mil hectáreas de bosque nativo y por otro lado, afectaría por completo el territorio que habita la comunidad mapuche Pillán Mahuiza, nos recuerda Mauro Millán lonko de la misma, esto se frenó gracias a la articulación de vecinos de la zona, grupos ambientalistas y comunidades mapuches, las acciones estaban destinadas a denunciar y explicar mediáticamente lo que significa una represa en un lugar tan frágil, con biodiversidad, a diferencia de otros sectores de la Patagonia. También las consecuencias que traería acarreadas, porque cambiaría el clima, la flora, la fauna y obviamente la vida de las personas".
Luego hubo nuevos intentos de reactivación. En 2010 fue el secretario de Infraestructura provincial, lo anunció, planteando además que el anteproyecto estaba avanzado y que sólo faltaban los estudios de impacto ambiental.
Sin embargo, se pospuso nuevamente hasta un nuevo intento en 2021, cuando el gobernador Mariano Arcioni, en medio de una crisis económica y social, insistió en avanzar con este proyecto bajo el argumento de "llevar energía a las poblaciones alejadas".
Más allá de que el proyecto La Elena se encuentra frenado al día de hoy, a lo largo de los años la Lof Pillán Mahuiza sufrió las consecuencias de la lucha que vienen llevando adelante desde hace más de una década.
En 2015 se descubrió que estaban realizando espionaje ilegal contra algunos de sus integrantes, a partir del hallazgo de un expediente clasificado de la ex SIDE. Por otro lado, han recibido amenazas de muerte y, durante algunas ceremonias realizadas por la comunidad, advirtieron la presencia de miembros de las fuerzas de seguridad.
A pesar de ello, no han frenado la resistencia contra el proyecto hidroeléctrico, así como también ante el avance de otras actividades extractivistas.
Millán dice "Hay algo que es fundamental tener en cuenta que es que, en el momento en que dejaste clavar una pala para que el proyecto comience, ya es prácticamente imparable. O sea, hay que prevenir inclusive que se acerquen a orillas del río con prospecciones, porque después no lo podés detener, es muy difícil una vez que se instala. No sólo se instala la estructura de trabajadores, sino también las fuerzas de seguridad, es muy difícil revertir eso".
FUENTES:
CLAUDIO SANTANA (INFORME DE GREENPEACE)
ARTICULO DE REVISTA ANFIBIA
AGENCIA DE NOTICIAS-BIODIVERSIDAD-DEJAR QUE EL RIO FLUYA (febrero 2023)
Programa N° 147, emitido el 8/9
