SIN CONDUCCIÓN

30.04.2023

Por Juan Alberto Rambaldo

Los protagonistas de las decisiones de nuestro país no están dando señales claras de cómo vamos a salir de la situación en la que nos encontramos, ni de qué debemos preocuparnos.

No hay conducción, y cuando me refiero a conducción, digo: CONDUCCIÓN+LIDERAZGO. En el caso de los sindicalistas, hay algunos buenos, sin embargo, no tienen formación de líderes. Recuerdo que antes, los líderes sindicales eran importantes, tenían peso, conducían, movilizaban, tenían realmente repercusión en las acciones de la sociedad, y tenían, además, propuestas políticas.

La gente está cansada de seguir estructuras que van siendo obsoletas. La estructura es el andamiaje que le sirve de respaldo a hombres y mujeres, pero evidentemente, los conductores no tuvieron la entidad suficiente para llevar detrás de sí a las masas populares, apareciendo nuevas imágenes que arrastran tras de sí, "las inquietudes populares".

No surgen en la Argentina líderes carismáticos con entidad y capacidad de conducción, siendo la única persona que queda y que tiene un nivel alto de gestión -nos guste o no- es Cristina Fernández, pero ¿A cuántos representa? A un 25 o 30 % de la población. No existen más, esos líderes que arrastraban a un 40 o 50% de ciudadanos. Hoy, tienen la necesidad de armar frentes y acuerdos para poder consolidar una postura "electoral", no digo, "Política" o de modificación, o de asentamiento de las estructuras.

El estado está empujando a la gente a que camine como pueda, sin estar presente en cada una de las cosas que están aconteciendo, volcando a la gente a que piense en el "sálvese quien pueda", a el individualismo y la exclusión social de ciento de miles de personas. Hay un 50% de desocupados, y como consecuencia, muchos de ellos no tienen vivienda, no tienen servicios, no cuentan con servicio de salud, no pueden usar los servicios públicos porque son discriminados. Son excluidos sociales, dentro de una sociedad, y en un sistema mundial tan horroroso, que convierte a la gente en animalitos que andan dando vueltas por ahí, los meten en un corral, les tiran un poco de comida y después los matan.

Vemos casos de discriminación profunda, como por ejemplo,  con los ciudadanos bolivianos o con la gente del noroeste de nuestro país a los que se los llamaba "bolitas", y que ahora, son mencionados como "Los Internacionales", una cargada de mal gusto a personas con dificultades para ir a trabajar porque los colectivos no les paran, teniendo que caminar muchísimas cuadras por el estigma de vivir en villas y ser personas muy humildes que trabajan por lo general, en obras de construcción, o en casa de familia como personal doméstico.

Lo dramático de esta situación es que los medios lo muestran en la televisión, pero lo hacen como si fuera un evento cinematográfico, sin crítica, no hay enfrentamiento, no hay una reacción de que esas cosas no nos gustan y que justifique que tenemos algo de sangre adentro.

Por otra parte, lo que es una buena noticia se vio opacada por una especie de proclama hecha por el embajador de los EEUU, algo realmente intolerable. Me refiero a la orden de licitar la construcción del canal Magdalena. Como decía, el embajador pide evitar que nuestra legislación no otorgue a China la licitación, con lo cual, queda más que claro que están inmiscuyéndose en nuestras decisiones.

Lo que dice el "Embajador", significa, que si le damos la licitación a China ... se acabó el apoyo del FMI a la Argentina. ¿Cómo puede ser que nadie se haya manifestado al respecto? ¿Cómo es posible que se tolere semejante cosa? 

Se ha perdido la conciencia de clase y en consecuencia se pierde la voluntad de acción.

El silencio y la indiferencia nos vuelve cómplices de un sistema que cree que existe gente sacrificable. Cuando uno grita y despotrica contra este tipo de cosas lo que está buscando es que alguien escuche los gritos y se sume. Faltaría la organización necesaria para que esa suma de gritos, se transforme en una acción realmente revolucionaria.

Mientras tanto estamos todos en el aire creyendo que las elecciones solucionan las cosas.

Un hecho revolucionario sería que todo el pueblo se pusiera de acuerdo para no ir a las urnas, pero atención, este acto revolucionario debe llamarse: "Abstención Revolucionaria" porque cuando la abstención, es fruto del descreimiento, en lugar de ser positiva es negativa. Para actuar así, también, se debe contar con una propuesta, manifestando en el momento de votar, que esa propuesta no es posible.