SUPERVIVIR
REFLEXIONES SOBRE TEXTOS DEL LIBRO SUPERVIVIR

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Por Mirtha Susan Rodríguez y Estela Casado
La vida es un milagro que implica la mayor de las responsabilidades. Treinta y siete billones de células (un microcosmo de seres vivos) dependen de las decisiones que tomamos en cada momento. Millones de ellas mueren y nacen cada segundo. Y si reflexionamos sobre un texto escrito hace millones de años por Hermes Trismegisto conocido como "La Tabla de Esmeralda", hallaremos verdad:
"Verdadero, sin falsedad, cierto y muy verdadero: lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar el milagro de la cosa única."
Estas primeras frases de la Tabla de Esmeralda tratan de dos planos que se ponen en relación: arriba y abajo, cielo y tierra, ser humano y célula. Todo es lo mismo y uno a la vez. La parte nunca podrá ser comprendida sin el todo. De cada uno de nosotros dependen las influencias que reciban nuestras células, la luz, el oxígeno y otras partículas presentes en el aire que reciben o los nutrientes con los que trabajan.
Así comenzamos a desarrollar muy brevemente sabios consejos de un libro que llegó a nuestras manos escrito por Carlos y Ricardo STRO –SUPER VIVIR- donde nos invitan a reflexionar y a realizar un trabajo sobre uno mismo que comienza por librarse de la propia mente. Cuando alguien se plantea el objetivo sincero de cuidar el universo que lleva dentro, debe comenzar por ahí, destruir los dogmas y abrazar una nueva realidad, por eso aconsejan entre muchas cosas:
"Vuelve al origen, reconecta con la naturaleza".
Y como primera instancia abordaremos uno de sus capítulos que se titula "el Sol como primer alimento". Durante mucho tiempo el sol ha sido visto como un objeto de asombro y reverencia por varias culturas a lo largo de la historia. Docenas de sociedades antiguas han adorado al Sol como fuente de vida y alimento, diseñando sus templos específicamente para dejar entrar su luz. Podemos mencionar a los chinos con su arte de mirar el Sol por la mañana (sungazing) o los egipcios que además de adorar al dios Sol RA, fueron los primeros en informar sobre los beneficios para la salud de la exposición solar hace ya 6000 años, por dar algunos ejemplos.
Aquí vemos al Sol como fuente de vida y alimento, además la cadena trófica comienza con su acción, en lo que se conoce como proceso de la fotosíntesis, a partir de ahí las plantas producen oxígeno y glucosa. Los herbívoros consumen glucosa de las plantas, los carnívoros comen herbívoros y en la cúspide de la cadena estamos los humanos destinados a comer seres vivos. Esto, dicen los autores, nos lleva a una reflexión:
"toda la comida proporcionada por la naturaleza no es más que un código de barras que representa la radiación solar en cada lugar del planeta".
Pero mencionamos la comida real aquella que crece bajo la misma radiación solar que baña nuestros ojos y piel.
El Médico Michael A. Crawford, director del Instituto de Química del Cerebro y la Nutrición Humana de Londres, muy reconocido en todo el mundo por su investigación sobre el ácido omega 3 DHA y su importancia en la biología, sostiene que esta molécula no ha mutado en el organismo humano como sí lo ha hecho el ADN en los últimos 600 millones de años, es decir mantiene su función y estructura desde entonces. Y resulta que la preciada molécula tiene una configuración tal que permite convertir la luz solar en corriente eléctrica. Es decir el Sol radia la información contenida en su espectro electromagnético y el DHA la interpreta. Lo cierto es que un solo haz de luz del Sol contiene toda la información necesaria para formar un ser vivo. Durante tres mil millones de años la luz portadora de una inteligencia divina se desperdició en gran medida al no existir la molécula DHA.
Entre los consejos que dan para vivir una vida plena, el primero es:
☼ El Sol es información, exponerse a él supone, literalmente, descargar esa información.
☼ El DHA resulta imprescindible, ya que su configuración electrónica nos permite transformar de manera eficaz la radiación lumínica en la energía eléctrica con la que nuestras células operan.
☼ Por tanto cuanto más DHA seamos capaces de incorporar al cerebro, ojos y piel, más información descargaremos y más precisión tendrán nuestros relojes celulares. Por eso resulta necesario valorar la naturaleza y comprender que tomar Sol significa que nuestras células puedan sincronizarse y pongan en marcha esa sinfonía de procesos químicos y biológicos.
Consideran como muy importante estar presente en el momento del amanecer y si es posible con los pies descalzos, ya sea que esté nublado o llueva, se sintetizan las hormonas y los neurotransmisores que nos aportarán bienestar físico y mental.
Nos recuerdan que en el año 1903 el Dr. Finsen recibe el premio nobel por tratar a sus pacientes que sufrían de lupus vulgaris exponiéndolos en camillas al sol en la comuna suiza de Leysin, consiguiendo el restablecimiento completo de los mismos. Poco después el Dr. Augusto Rollier, influenciado por la investigación del anterior, instauró allí su Instituto de Helioterapia, abogando por el ejercicio físico, el aire libre y el sol para tratar a sus pacientes, conociendo también los beneficios de la termogénesis inducida por el frío ya que el lugar estaba ubicado en altura.
Los dogmas modernos enterraron la palabra "helioterapia" y la sustituyeron por el miedo al Sol.
Nuestros antepasados luchaban día a día en condiciones adversas a las que se adaptaron para sobrevivir pero estas hicieron que a lo largo de miles de años, se forjaran nuestros genes. La exposición al frío, los ayunos involuntarios, la exigencia física que la caza y las labores más básicas de existencia requerían, las limitadas condiciones higiénicas y los escasos conocimientos para tratar los diversos traumatismos o infecciones que podían llegar a padecer, sin duda ayudaron.
Fuera de toda duda por resultar ineludible quedaban el alimento natural, un ambiente libre de contaminación, el contacto estrecho con la naturaleza y el respeto a los ritmos circadianos, pues recibían permanentemente la luz de un Sol al que acabaron adorando porque entendían, mucho mejor que ahora, que es dador de vida y que toda criatura de este planeta está sometida a sus leyes.
Con el invento de la máquina a vapor a finales del siglo XVIII, en la época de la revolución industrial, se desarrollan las industrias y una agricultura a gran escala en la que ya no se requería del esfuerzo físico de personas ni de animales, que desencadenó la migración masiva del campo a las ciudades, con el consiguiente cambio drástico en el estilo de vida del ser humano promedio. El uso generalizado de electricidad en fábricas y hogares a principios del siglo XX supuso la estocada final a unas condiciones de vida ancestrales.
En apenas 200 años la humanidad ha evolucionado tecnológicamente derivando todo tipo de consecuencias, no siempre para bien.
Y aquí detallamos algunas:
La luz y las frecuencias electromagnéticas artificiales emitidas por los dispositivos electrónicos cada vez más intrusivos (a los que estamos expuestos en todo momento y en gran medida somos dependientes)- las salvajes alteraciones perpetradas contra nuestro ecosistema en diferentes planos- el sedentarismo casi siempre en interiores con una pantalla led de fondo- la comida moderna en la que el azúcar, las harinas y los diferentes procesados conforman el perfil nutricional de la población -las redes sociales mal utilizadas como válvula de escape y en horas especialmente críticas, por ej. al acostarse - la burbuja térmica en la que nos hemos aislado exageradamente acumulando días tibios.
Todo ello entre otros muchos factores están propiciando un aumento exponencial de las enfermedades de la civilización: diabetes, cáncer, cardiovasculares, autoinmunes, trastornos de ansiedad y sueño que lejos de revertirse se están convirtiendo en la verdadera epidemia de la sociedad.
Subsistimos bajo estas condiciones de precariedad aún cuando las estadísticas de esperanza de vida se muestran alentadoras con el paso de los años, no deberíamos conformarnos con una longevidad mal entendida, mediocre o con una larga vida en estado semi-vegetativo.
Contamos con los recursos necesarios para volver a tomar las riendas de nuestra salud respetando el orden natural de las cosas, a la vez que podemos servirnos de la tecnología, con el adecuado conocimiento y actitud para combatir los efectos perniciosos que ella misma nos provoca.
El ser humano antiguo sobrevivía, el moderno subsiste a nuestro alcance tenemos la capacidad de supervivir.
En el capítulo 9 del mismo se relata un cuento titulado "el Hombre sin preocupaciones" nos pareció relevante y lo incluimos en nuestra página en el apéndice Leyendas.
Nos despedimos con un proverbio africano:
"Si quieres ir rápido ve sólo, si quieres llegar lejos ve acompañado"

FUENTE:
LIBRO SUPER VIVIR - Vuelve al Origen y Recupera tu Salud - Carlos y Ricardo STRO- Editorial Grijalbo